Una parte de las paredes del primer piso y toda la segunda planta de esta vivienda ubicada en el este de Cuenca fueron edificadas con pacas de heno traídas desde Machachi.
Este material se usa en paredes
porque es un aislante térmico, pero no puede soportar mucho peso.
Las pacas de heno son una alternativa singular para la construcción de viviendas por varias razones. Así, son buenas aislantes térmicas y de sonido; ecológicas; y mucho más baratas que las de hormigón por su facilidad de transporte, acopio y velocidad de construcción…
Un ejemplo de la aplicación de las pacas de heno o paja es la vivienda del empresario Pablo Monsalve, en Cuenca. Otros, la casa de Jorge Anhalzer, en Pichincha; y la hostería Tambopaxi, en el páramo del volcán…
El segundo piso y una parte del primero de la vivienda del ejecutivo azuayo fueron construidos con ese elemento.
El inmueble de 680 m² está ubicado en Santa Teresita, en el este de Cuenca, a 2 800 metros sobre el nivel del mar (el centro de la ciudad está a 2 500). Es un sector con noches frías por la influencia de El Cajas. Por ello, Monsalve buscó una opción entre los materiales del Ecuador; no quería nada sintético. Optó por las pacas de heno que las trajo de Machachi. “Es una técnica que se utiliza en las zonas desérticas de México”.
La adquirió en Machachi porque existe un equipo que logra una mejor compactación. Son bloques de 60 cm de largo por 60 de alto y 40 de profundidad.
Monsalve dice que las pacas tienen dos limitaciones: no se pueden utilizar en las zonas húmedas como la cocina y baños; y no soportan grandes pesos.
Por ello, las bases de su vivienda, que se construyó durante tres años, son de hormigón. Ese mismo material se usó en la mayoría de paredes del primer piso, pero en el segundo, donde están las habitaciones, se utilizaron solo las pacas.
Para colocarlas se utilizan algunos procedimientos. Monsalve usó varillas de hierro internas roscadas. Jorge Echeverría, arquitecto, dice que es conveniente esconder unas columnas de madera internas y formar un anillo superior de madera que soporte el peso de la cubierta parcialmente y no aplaste la pared con el tiempo.
Antes, explica Echeverría, hay que recoger la paja o el heno, secarlos, fumigarlos con algún insecticida para que no prolifere ningún tipo de insecto u hongo y compactarlos.
Como recubrimiento, Monsalve usó unas mallas metálicas y madera de bambú para sujetarlas. Luego recubrió esa mampostería con un enlucido de hormigón, usando una esponja para darle una textura con ondulaciones.
Anhalzer , en cambio, fusionó las pacas con adobe y ladrillo. Y recubrió las paredes con chocoto más majada de caballo ‘bien bailados’. También utilizó ‘latillas’ de bambú para los techos de entrepisos y terrazas.
Con el heno se logra que el calor del día se conserve para calentar la casa en la noche. En la casa de Monsalve, la temperatura promedio es de 23 °C. Las habitaciones sin paredes con heno tienen tres grados menos de temperatura.
Además de la climatización, estas casas son muy sismorresistentes, explica Echeverría.
Son hasta el 80% más baratas que las de hormigón y, paradójicamente, resisten muy bien el fuego gracias a su compactación, esgrime Anhalzer.