Las primeras referencias históricas del espacio donde ahora funciona el Hotel Casona de La Ronda datan de 1738, en los planos de la ciudad elaborados por un grupo de académicos franceses.
Fernando Jurado, en su libro ‘La Ronda, nido de cantores y poetas’, afirma que en este predio hubo una construcción integrada con la casa vecina formando un único solar de 54 m de frente, con dos patios interiores.
Sin embargo, hay información que sostiene que el origen de la edificación actual, que fue rescatada por el IMP, data del siglo XIX. En 1880, el arquitecto Gualberto Pérez hizo un plano detallado de la ciudad en el que consta la casa con una extensión de 31 m de frente. Además, el sistema constructivo incluye una cimentación corrida de piedra, muros portantes de adobe y ladrillo, cubiertas de madera y recubrimiento de teja, y divisiones de adobe, ladrillo y bahareque, propios de esa época.
Durante la restauración, varios de estos detalles se dejaron visibles a propósito. En la escalera que conduce al segundo piso se observa una parte del pasamano original. En el segundo nivel, los huéspedes se encuentran con un segmento visto de la pared hecha de adobe. El techo de carrizo visto, en los corredores, es otra de sus características.
‘Los testigos’, los denomina el arquitecto César Cornejo. Él fue el encargado de la fase constructiva. Afirma que la edificación conserva al menos el 60% de su estructura y materiales originales. “La mayoría se encuentra en la crujía oriental. Estas se complementaron con materiales nuevos para garantizar la seguridad de la estructura”.
La parte nueva está compuesta de estructuras de hormigón, pisos de losa, cubierta con vigas de hormigón, que complementa los servicios del hotel. El espesor de las mamposterías originales, con 80 cm de ancho, se integra con los nuevos muros, de entre 20 y 25 cm, sin que se deje de percibir un solo ambiente.
“Cuando se integran elementos nuevos hay que identificarlos como tales. Un ejemplo es la grada de caracol que comunica el segundo con el tercer nivel”. Para Cornejo, bajo el criterio de la restauración es más honesto integrar al conjunto un elemento moderno y distinguirlo como tal que imitar uno antiguo.
Esa integración no solo se evidencia en los elementos estructurales sino también en el equipamiento que incluye cerraduras electrónicas, iluminación con dicroicos, grifería de última generación, Internet inalámbrico, entre otros. Asimismo se destacan los muebles, tallados en San Antonio de Ibarra.
Las ventanas que dan al patio central se eliminaron para dar más privacidad a los huéspedes.. Sin embargo, en todas las habitaciones hay suficiente iluminación natural, que mejora el ahorro de energía eléctrica.