Esta quinta de 168m² de construcción incorporó un nuevo bloquequeno daña el entorno ni afecta a los bloques antiguos.
La recuperación y ampliación de la quinta ubicada en el límite entre Cañar y Azuay, en la zona denominada Jacarín, tiene una particularidad para el arquitecto cuencano Juan Pablo Astudillo.
Su madre buscaba una propiedad para los fines de semana o los compromisos sociales. Cuando la acompañó a mirar solo se ingresaba caminando y estaba prácticamente destruida. Para la propietaria no tenía ningún valor, pero Astudillo identificó su potencial.
La intervención fue realizada en conjunto con el Arq. Diego Proaño, durante cuatro meses. El área antigua fue recuperada en su totalidad.
Por citar un ejemplo, en el techo se usaron los materiales tradicionales, con cielo raso de carrizo y una estructura de eucalipto y cubierta de teja.
Las paredes de piedras también fueron recuperadas con el revoque de tierra. “La piedra y la tierra son materiales térmicos que brindan calor en esta zona que es fría”.
Como se necesitaba más espacio en esta quinta se generó un nuevo bloque, que tiene 85,65 m². El objetivo fue cerrar el patio. “Se logró que las estructuras nuevas y viejas interactúen con él”, señala Proaño.
En la nueva estructura, dice Astudillo, se pensó que debía mejorar lo existente. Para ello, colocaron puertas corredizas de madera en la nueva estructura para que, al abrirlas, se vea el paisaje posterior. En el nuevo bloque se utilizó una estructura metálica.
Desde la montaña, este nuevo espacio arquitectónico no se observa por la topografía del terreno. El objetivo a futuro es colocar plantas en el techo para que todo se mimetice en el paisaje y que la nueva estructura solo sea vista desde el patio, dice Proaño.
Para sembrar las plantas, en el techo se usaron vigas de eucalipto y carrizos y con tableros que dan una pendiente. También, chova.
En el nuevo bloque hay dos alcobas y un área social en el centro.
Uno de los elementos principales fue colocar una hoguera permanente en el patio, para que sea vista desde cualquier sitio. Este ambiente fue pensado como un sitio de encuentro. La hoguera es de combustión natural.
Este trabajo recibió una mención de honor en la Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito. Para Proaño, fue un estímulo ver que la obra estuvo entre otras de mayor presupuesto y sea valorada por referentes internacionales como Carlos Texeira, de Brasil, y José María Sánchez, de España.
Detalles.
El costo es económico. La inversión fue de 240 USD/ m². “Pese a que estábamos restaurando, se dice que la inversión en restauración es mayor que en una construcción nueva. Una estructura estándar cuesta 350 USD/ m²”, afirma Proaño.