El segundo de los tres anteproyectos seleccionados para la Universidad Regional Amazónica Matriz Tena (Ikiam), fue el del grupo de Juan Carlos Villagómez.
El concurso fue promovido por el Ministerio de Coordinación de Conocimiento y Talento Humano y organizado por el Colegio de Arquitectos de Pichincha (CAE-P).
El grupo de trabajo de este grupo estuvo compuesto, además de Villagómez, por Fabián Gómez, Xavier Bonilla, Guillermo Casado, Renato Albuja, Carla Aguilar, David Gómez, Carlos Falconí, Enrique Gea, Mijail Álvarez, Wilman Benavides y Verónica Carrión.
En la propuesta arquitectónica, explica Villagómez, la naturaleza se convierte en el leitmotiv del proyecto, estableciendo una relación bidireccional equitativa con la arquitectura. Esta es un elemento compositivo más del paisaje.
Las edificaciones se concibieron como hojas de bijao (planta endémica de la zona) flotando sobre el terreno. Esa concepción influyó, por ejemplo, en el diseño de los laboratorios, que no serán los clásicos cubículos asépticos y monótonos sino el propio lugar.
Los módulos tienen las proporciones de la hoja de bijao, obteniéndose una planta con un eje mayor de 72 m y uno menor de 32. Los bloques se distribuyen a lo largo de los esteros, adaptándose a la topografía y flotando sobre el terreno, como construcciones palafíticas.
La tecnología constructiva es innovadora, con preeminencia de los materiales ‘bio’, con la caña guadúa como protagonista. Los cerramientos interiores son de madera de teca, la cual proporciona durabilidad y estabilidad ante las húmedas condiciones del entorno.
La ‘piel’ (cubrimientos de fachadas y cubiertas) se conforma a través de un paño textil Ferrari Percontraint 702 s2, que fue elegido debido a su larguísima vida y a las condiciones bioclimáticas que proporciona en el interior, pues aporta luz natural y controla el efecto invernadero. Las construcciones abarcan 40 910,40 m² .