Ricardo Cabezas ‘aprendió el oficio’ de marmolista con sus tres hermanos. En las manos de este artesano, oriundo de Los Ríos, pisos, paredes y mesones de cocina se revitalizan con el mármol y el granito.
Tenía 16 años cuando Walter, su hermano mayor, trabajaba con un arquitecto español en una construcción, en Guayaquil. “En la fábrica también se hacían diseños de mesones de cocina y de los lugares que se iba a poner el material”, recuerda.
Su taller, ubicado en las afueras del centro del Coca, en Orellana, está lleno de planchas de mármol y granito. Los trabajos con estas rocas son su especialidad en la provincia desde hace un año. Su casa también sirve de modelo para seducir a la gente.
En la entrada, luego de cruzar el taller, tiene una cocina revestida con granito gris. “En el Coca, mucha personas están optando por este material”, explica. Aunque también reconoce que recurren a la cerámica para embellecer sus casas.
El precio del material dependerá de si es importado o nacional. El marmolista explica que el granito se importa de Italia o China. El mármol sí hay en el país.
El menor de los Cabezas lleva 28 años trabajando con el mármol y el granito. César, su segundo hermano, se entusiasmó por el oficio y Ricardo fue el último en incorporarse al clan granito.
“Lo más complicado es manejar las máquinas”, explica. “Una persona que quiera aprender la técnica puede hacerlo de seis a ocho meses. Aunque eso dependerá de las ganas que le ponga”.
Cabezas dice que la amoladora es el cincel del marmolista. Explica que una persona puede lastimarse si no se la maneja con prudencia y la plancha también puede sufrir las consecuencias.
Por ser un material costoso, el riesgo que corre un artesano es que se rompa o resquebraje. Una plancha de granito, de 2 x 1,70 m cuesta USD 500 ó 600. “Si rompía me descontaban de mi sueldo”, recuerda Ricardo.
Los tres trabajaron en Guayaquil. Pero fue en Santo Domingo de los Tsáchilas donde se asentaron en el 2004. Un grupo de arquitectos llevó a los hermanos para dar el acabado con los dos materiales a mansiones y casas residenciales. Bares, mesones de cocina y piscinas fueron su carta de presentación.
Esto los empujó a poner un negocio propio en Santo Domingo. El negocio creció y decidieron expandirse a otras ciudades. Primero fueron a Tena y después a Lago Agrio. La tercera sucursal está en el Coca.
El proceso de corte
La medición es lo primero. Si no hay partes rectas, se hace una plantilla de cartón para dibujarla en la plancha. Se señala en la plancha con un corrector.
Luego se corta con la amoladora. Mientras se va cortando, se echa agua para que el disco no se recaliente. Una vez cortado se pule.