Dibujada en la esquina está la casa.Al frente se alza otra construcción llena de títulos, años y avatares: el convento de San Francisco y su patrimonial plaza de piso de andesita. Un poco más al sur, por la misma calle Cuenca, se emplaza el Museo del Alabado y, algo más allá, el convento de San Clara, de 415 años, y su placita, ahora en recuperación.
Toda la zona encierra historia. La casona en cuestión, emplazada en la intersección de las calles Bolívar y Cuenca, también tiene una historia ilustre. Allí existió una casa de dos pisos de estilo colonial que, en 1915, se incendio dando lugar a su demolición.
Ese siniestro impulsó a la familia Gangotena, dueña del inmueble, a contratar a los conocidos hermanos arquitectos Antonino y Paolo Russo para su reconstrucción total. Corría el año de 1918.
Por la suma de 1600 sucres o su equivalente de USD 400, los Russo levantan una vivienda con arquitectura ecléctica, que mezcla estilos como el neoclásico, el renacentista y hasta el art deco. La nueva construcción se termina en 1926.
Para su edificación, explica el Arq. Pedro Jaramillo, el alarife actual, se importaron pisos taraceados de Francia y tumbados de latón, posiblemente de Bélgica. La estructura incorpora elementos de acero y hormigón, en una mezcla curiosa con materiales tradicionales como el adobe y el ladrillo.
La casa tenía 3400 m² construidos y contaba con solo dos baños amplios: uno en la crujía de la calle Cuenca y otro en el ala sur.
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