Las autopistas de alta velocidad forman parte del canasto de paradojas de la época actual.
Nadie duda de su utilidad para aligerar y ordenar el tránsito vehicular de las metrópolis, de por sí largo y tedioso. Las autopistas y vías perimetrales son las mejores soluciones para conectar de forma rápida los extremos de las ciudades. Ese es su gran valor agregado.
Entonces, ¿cuáles son las desventajas de estos sistemas de transporte masivo?
Pues que dividen, aíslan y perturban a las familias que viven en sus cercanías, sobre todo, en las márgenes.
Los barrios que tienen la mala suerte de colindar con estas carreteras de alta velocidad pasan al anonimato colectivo, además de que su acceso a la propia vía se vuelve difícil, por la velocidad que imprimen los vehículos.
La solución de colocar pasos peatonales elevados para que las personas crucen sin problemas puede ser técnicamente apropiada, pero es ineficaz si no se complementa con una educación comunitaria, que muestre los beneficios a los ciudadanos.
¿Cómo articular a esos barrios con la ciudad? Un gran parque de esparcimiento junto con un centro comercial sería la ecuación para atraer a los inversionistas y, de paso, satisfacer las necesidades de los automovilistas y los peatones de esas barriadas. ¿Usted qué piensa?