Las comunidades desde Guamote, en una ruta

Artesanías elaboradas por las mujeres de las comunidades se comercializan en el sitio.

Artesanías elaboradas por las mujeres de las comunidades se comercializan en el sitio.

En la comunidad Chanchán Tiocajas los turistas aprenden cómo se manufacturan las prendas originarias. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

Los paisajes que se miran desde las cumbres de las montañas más altas son el atractivo que encanta a los turistas europeos y estadounidenses que visitan las comunidades indígenas de Guamote. En los recorridos ellos pueden visitar los hogares de las familias indígenas y compartir con ellos sus actividades diarias.

El proyecto turístico lo impulsa la organización Inti Sisa. El dinero que se obtiene de las visitas se invierte en un programa educativo para los niños y adolescentes de 10 comunidades, y otro de capacitación para las mujeres.
“Los turistas que nos visitan saben que su dinero ayuda a las familias que ellos visitan en las comunidades. Eso le añade un propósito especial a su viaje y le encanta”, cuenta Eve Gielis.

El proyecto se inició en el 2007, como una estrategia para solventar los gastos de la organización. Antes dependían únicamente de las donaciones.

El recorrido se inicia en las instalaciones de la organización. Allí hay un hotel con capacidad para alojar a 54 personas en 24 habitaciones.

El sitio está decorado con ropa originaria de las comunidades de Guamote, artesanías y una variedad de obras de arte donadas por colectivos.

Allí también hay una tienda de artesanías hechas por las mujeres de las comunidades. Joyería, manteles, accesorios y prendas tejidas pueden ser adquiridas por los visitantes.

Artesanías elaboradas por las mujeres de las comunidades se comercializan en el sitio. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

“Es importante que nuestros turistas conozcan lo que hacemos aquí, y que conozcan a la gente que ayudan con sus recursos”, dice Eve Gielis.
Las escuelas que reciben útiles escolares y alimentos cada semana también están en la ruta. Los niños acogen a los turistas con canciones en kichwa y saludos en varios idiomas.

“Ellos reciben clases de inglés con los profesores voluntarios que trae la organización. Se sienten muy motivados cuando les visitan los turistas”, cuenta Bertha Mullo, maestra de la escuela Puerto Baquerizo, de la comunidad Tiocajas.

En una siguiente parada los visitantes conocen a la familia Zuña, los últimos tejedores de la comunidad. Ellos muestran cómo manufacturan las prendas que visten en los telares.

“El trabajo es minucioso y nos tardamos meses en hacer un buen poncho, pero dura toda la vida”, les cuenta Diego Zuña, el miembro más anciano de la familia.

Un jardín de plantas medicinales es la última parada. Allí Fabián Muñoz y su abuela Rosario Apugllón cuentan los usos de las plantas que crecen en su jardín, y también muestran sus huertos de hortalizas.

“Cuando los extranjeros vienen, la gente local se siente más apropiada y orgullosa de su cultura. Un propósito adicional del proyecto es dar a la gente alternativas económicas que les permitan conservar sus prácticas ancestrales”, explica Eve Gielis.

La ruta de las comunidades cuesta USD 40 e incluye un refrigerio. El hospedaje en una habitación doble del hotel, situado en el centro de Guamote, cuesta USD 65.

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