Los miembros de la comunidad utilizan los recursos de la selva para tratar enfermedades crónicas o emocionales. Foto: cortesía Naku
Los záparos abren las puertas de su territorio para compartir sus conocimientos sobre el poder de las plantas y la medicina ancestral. El proyecto Naku es una de estas iniciativas, y surgió en la comunidad de Llanchama Cocha, ubicada en la provincia de Pastaza, para dar a conocer al mundo sus tradiciones.
Ante los peligros que amenazan su existencia, difundir su cultura se ha convertido en uno de los objetivos principales de la nacionalidad Zápara. Manari Ushigua, gerente del proyecto Naku y miembro de la comunidad de Llanchama Cocha, explica que actualmente existen alrededor de 575 personas záparas en Ecuador y Perú. Su idioma, poco a poco, ha ido desapareciendo junto con sus tradiciones, por lo que decidieron que debían crear formas para beneficiar a las comunidades.
En el 2011 se inició el proyecto Naku. Este es un centro de sanación al que acuden nacionales y extranjeros, para lograr una mayor conexión con la naturaleza y curar diferentes enfermedades y trastornos, a través del poder de las plantas.
Con el uso de diferentes prácticas, los visitantes “se conectan con los espíritus del agua y de la tierra para orientar su vida”, explica Ushigua. Si las personas que acuden al centro quieren tener visiones del futuro, también se les guía en este proceso.
Ushigua dice que el trabajo es a nivel espiritual y físico, utilizando las plantas y la energía de la selva para lograr la transformación deseada en las personas. Durante las sesiones, se habla sobre los derechos de la naturaleza y la importancia de este ecosistema.
Otra parte del proyecto se enfoca en tratar la ansiedad. Ushigua explica que esto lo padecen sobre todo los jóvenes, quienes llegan al centro en busca de ayuda. En estos casos, la idea es que los visitantes identifiquen el origen de su ansiedad, entiendan el porqué de su existencia y visualicen hacia dónde quieren ir.
Este proyecto comunitario ha logrado beneficiar a las cuatro comunidades que viven en este territorio. Los recursos por la llegada de los visitantes son destinados a mejorar la calidad de vida de los habitantes. Ushigua cuenta que, con los fondos recaudados, pudieron construir un colegio y pagan el sueldo a los profesores.
Además, tienen la ayuda de voluntarios extranjeros.
Uno de sus anhelos es que, en un futuro, puedan tener su propia universidad enfocada en la recuperación de ciencias ancestrales y se pueda generar una economía sostenible, que no implique la explotación de los recursos de su territorio.
Como parte del proyecto, han empezado a crear videos cortos para enviar el mensaje de que la “selva es vida”.