La Gobernación Tsáchila pidió asesoría al Ministerio del Trabajo para que los tsáchilas accedan a trabajos formales. Foto: Juan Carlos Pérez/PARA EL COMERCIO
María Aguavil lleva seis meses solicitando un crédito para invertirlo en una plantación de cacao, en la comuna Colorados del Búa.
Pero el trámite está paralizado porque no tiene cómo demostrar que las 4 hectáreas de cacao son de su familia.
Se debe a que las siete comunas tsáchilas son territorios colectivos, legalizados en 1968.
Las parcelas fueron repartidas equitativamente y se conformó un reglamento. En este documento se dio potestad a los jefes de familia, para que heredaran las tierras a sus hijos y cultivaran la tierra.
Estos terrenos no pueden ser hipotecados ni vendidos, porque pertenecen a la comunidad. Por eso, Aguavil solo puede demostrar, a través de un documento firmado por el presidente de la comuna, la repartición de terreno.
La entidad bancaria también le solicitó un garante con propiedades. “Las únicas personas que me harían ese favor serían las personas de la comuna. Pero tienen el mismo problema con las propiedades”.
José Chuquirima, subdirector de la Fundación Acción Social Cáritas (Fasca), aseguró que ese inconveniente fue evidenciado en el 2007. Por eso, ellos decidieron crear un banco comunal en cuatro comunas para 180 tsáchilas. Aunque en la actualidad solo se mantiene en una con 40 nativos.
Se trata de una línea de crédito de USD 400 a 4 000. Los requisitos para acceder son la cédula, un certificado de participación activa otorgado por el presidente y secretario de la comuna y una garantía solidaria del Gobernador tsáchila.
El crédito aplica únicamente para actividades productivas como la agricultura o la pesca.
Chuquirima asegura que no fue fácil trabajar, porque los tsáchilas no estaban acostumbrados al sistema de créditos. “Muchos decían que lo utilizarían en sus cultivos de plátano, cacao y malanga. Pero lo utilizaron en otras necesidades”.
Eso hizo que tuvieran dificultades para pagar las cuotas y luego recurrieron a prestamistas informales para cubrir sus deudas. Así que el trabajo con Fasca solo se mantiene en la comuna Los Naranjos.
Ahí, los tsáchilas han logrado establecer una caja de ahorros, que sirve como sustento para continuar los préstamos o para cubrir la cuota por si algún tsáchila se atrasa.
Fernando Aguavil es el presidente del banco comunal. Señala que el proyecto no solo les ha permitido crear microempresas, como tiendas, o mejorar la producción sino que también han recibido capacitaciones sobre inversiones, régimen tributario, liderazgo, atención al cliente, entre otros. “Antes vivíamos de la caza y la pesca. No conocíamos de productos que hoy consumimos, como el aceite, el arroz, el jabón. Para abastecernos de esos productos debemos trabajar más la tierra”.
En las comunas donde no pueden acceder a créditos se ejecutan proyectos. De uno de esos está a cargo el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca, que entrega alevines de tilapia certificada. En la comuna Cóngoma Grande, cinco familias recibieron 1 000 alevines. En total se han entregado 3 000 en tres comunas tsáchilas.
Según el Magap, este trabajo se hace con plantas de cacao, café y frutas. El proyecto tiene varias fases como capacitación y control para que el cultivo sea tratado eficazmente.
El gobernador tsáchila, Javier Aguavil, señaló que a la par de fortalecer el campo se debe gestionar la inserción laboral, para eliminar la discriminación y la exclusión étnica y cultural. “Con un trabajo formal, los tsáchilas pueden afiliarse y acceder a créditos”.