La comuna Data de Posorja revive su pasado huancavilca

Las danzas ancestrales y las visitas al museo de la casa comunal son parte de las alternativas para los visitantes. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO.

Las danzas ancestrales y las visitas al museo de la casa comunal son parte de las alternativas para los visitantes. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO.

Las danzas ancestrales y las visitas al museo de la casa comunal son parte de las alternativas para los visitantes. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO.

La matrona de los vientos custodia el camino arenoso que atraviesa el panorama árido en la comuna Data de Posorja. El tótem tallado en piedra marina se eleva en un altar colocado en la entrada de esta localidad de la zona rural del cantón Guayaquil, en Guayas.

“No siempre fue un territorio seco. Cuando escaseaban las lluvias los antiguos ofrecían tributos a la matrona. Pedían agua para sus cosechas y ella, con sus vientos, traía las nubes”. Así cuenta la leyenda que Edwin Mora aprendió.

La brisa sopla con fuerza en este balneario ubicado a 15 km del cantón Guayaquil y donde viven 500 familias. Aquí los herederos de la cultura Manteño-Huancavilca conservan celosamente los vestigios hallados bajo la arena.

En el museo de la casa comunal se exhiben piezas ancestrales: figurillas y estelas, vasijas, sillas en forma de U, silbatos y hachas de piedra, viejas osamentas de ballenas y delfines.

“Son rastros de las culturas Huancavilca, Jama-Coaque y Chorrera, que dominaron las costas del Pacífico. Pero la esencia de nuestro territorio es la cultura Manteño-Huancavilca”, dice Efrén Reyes, presidente de la comuna.

La Manteño-Huancavilca (500-1532 d.C.) fue la última cultura precolombina del Litoral. Sus dominios se extendían desde Bahía de Caráquez, en Manabí; hasta la isla Puná, en el Golfo de Guayaquil. Habitaban en señoríos y destacaron como hábiles navegantes.

Los pescadores de Data mantienen la tradición de surcar las olas en busca de mariscos frescos. Del mar y de los manglares cercanos obtienen los ingredientes para los platillos que ofrecen en 13 comedores, ubicados al pie de la playa.

“Pescado, camarón, pulpo, calamar, churo, pangora, concha… Esa es la variedad que tenemos para ofrecer a los visitantes”, dice Elizabeth Cedeño, una de las operadoras turísticas de la comuna.

Las mujeres de Data dan impulso de la comunidad, como lo han hecho desde la antigüedad. En el museo, las estatuillas con rasgos femeninos sobre sillas de poder reflejan que ocuparon puestos políticos.

Desde hace tres años, los comuneros decidieron desempolvar ese pasado valioso y enganchar con su historia a los turistas. El museo es el primer encuentro con el poblado. Y desde su parte más alta se contempla un delfín gigante, varado en la playa.

Rescatando las técnicas de sus antepasados, esculpieron en un cerro un cetáceo de 82 metros de largo y 22 de alto. Es una representación de los bufeos, habituados a la abundancia de peces en esta costa.

Con la escultura nació la playa Delfín, que se suma a la Ruta del Pescador. La Dirección de Turismo de la Prefectura del Guayas incluyó a este punto para fomentar el turismo sostenible con identidad cultural.

“La próxima escultura será una tortuga marina de 17 metros de altura. En su interior funcionará el museo”, adelanta el presidente de la comuna.

También esperan establecer un circuito de visitas con la parroquia Chongón y la isla Puná. El proyecto contará con inversión extranjera y revivirá ese pasado ligado al señorío del cacique Tumbalá, quien dominó esta vasta zona del Golfo de Guayaquil.

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