Foto referencial, Wiki Comm
Ahora, un estudio de la Universidad McGill de Montreal, Canadá, revela que compartir la mesa al menos cuatro veces a la semana protege la salud mental de los adolescentes que han sufrido ciberbullying.
Cuando se produce este hostigamiento, se ha visto que los jóvenes son más proclives a presentar ansiedad, depresión, autoagresión, consumo de alcohol y drogas, así como a involucrarse en peleas y en actos de vandalismo.
Quienes comparten con sus padres y han sido victimizados con frecuencia, tienen cuatro veces más problemas que quienes no han sufrido acoso alguno. Pero si además el joven no come en familia, los problemas de salud mental aumentan siete veces.
El trabajo consideró a más de 18 mil estudiantes de entre 12 y 18 años, y de 49 escuelas canadienses. Se estima que el 20% de los adolescentes ha sido víctima de algún tipo de maltrato en línea en los pasados 12 meses.
Los resultados del trabajo se publican en la revista JAMA Pediatrics.
Efecto protector
La doctora Ana María Briceño, psiquiatra infantojuvenil de Clínica Alemana, advierte que estamos ante un estudio transversal que muestra un instante, como una foto.
En este caso, solo se puede decir que hay una asociación entre comer en familia y tener menos problemas de salud mental en caso de sufrir ciberbullying.
Pero no se puede hablar de causa y efecto, ya que no hay un seguimiento de las personas.
Según explica, “la cena en familia es un marcador de comunicación y de cohesión familiar”. Por esto, protege contra cualquier tipo de agresión, no solo online.
“Lo que recomendamos a los padres -dice la doctora Verónica Gaete, jefa del Centro de Adolescentes y Jóvenes de Clínica Las Condes- es que al menos exista una comida compartida al día, habitualmente la cena, ya que en el desayuno todos andan corriendo”.
Lo importante es que al compartir en la mesa no se empiece a preguntar por las notas que se sacó o las tareas del colegio.
“Tiene que ser un ambiente distinto, donde exista un clima tranquilizador, que favorezca la comunicación y la conexión de los padres y sus hijos”, explica esta especialista.
Cuando es una ocasión relajada, los padres se pueden dar cuenta de lo que está pasando con la vida de sus hijos, y si hay problemas, pueden buscar después un espacio más íntimo para hablarlos.
La costumbre de comer en familia se debe instaurar desde niño. “Cuando es así, es más fácil hacerlo. Lo importante es que exista esta rutina”, dice la doctora Briceño.
“Sabemos que la cena familiar implica una energía extra para los papás, que llegan cansados de sus trabajos, pero cuando se entiende el propósito, ellos son capaces de establecer este espacio, aunque antes no lo hayan tenido”, afirma la doctora Gaete.
Su impresión es que los adolescentes aprecian esto, porque es un espacio en el que todos comparten, y no es amenazante.
De todas maneras, los autores del trabajo aclaran que, “basados en estos hallazgos, no podemos concluir que el ciberbullying por sí mismo es suficiente para producir problemas de salud mental, ni tampoco que las comidas familiares solas van a proteger a los jóvenes de los efectos de estas agresiones“.
Una excelente vacuna
La comida familiar es como una vacuna, “una de las pocas que tenemos en salud mental y que es de amplio efecto protector”, dice la doctora Ana María Briceño.
Entre los beneficios que menciona están la prevención de la obesidad, de los trastornos alimentarios, la depresión y el consumo de alcohol y de sustancias.