Una alcoba para una niña. Los tonos rosas y ocres son sutiles. Fotos: Cortesía Pintulac y Maderarte
Primero fueron los psicólogos y, más tarde, los diseñadores industriales. Ellos coincidieron en una tesis que se volvió un axioma: los colores tienen influencia directa en el comportamiento, las actitudes y las experiencias de las personas.
Hoy, la teoría del color es esencial en el diseño de un ambiente, cualquiera que sea.
Los cuartos de los niños y adolescentes -que ahora incorporan equipamientos para estudiar- también necesitan de un diseño definido que ayude a los chicos y chicas a optimizar sus tareas escolares.
El color que se elija para la habitación es indispensable, pues puede ayudar a mejorar la concentración, el ánimo y la predisposición de sus dueños para estudiar, explica la Diana Orbe, arquitecta y diseñadora de Pintulac.
Por esa razón, explica María Fernanda de Stagg, diseñadora de interiores de Verde & Naranja, de Guayaquil, lo ideal es usar tonalidades suaves en las paredes. Así, el muchacho puede estar en un área de confort y trabajar o estudiar de una manera más productiva.
“El color influye mucho en las sensaciones de las personas. Si queremos concentración podemos usar colores neutros, beiges, blancos o grises”.
El azul del mobiliario contrasta con el blanco. Ideal para un niño. Fotos: Cortesía Pintulac y Maderarte.
Esta apreciación es compartida por Orbe. “En un cuarto – estudio los tonos ocres son los apropiados ya que representan estructura y estabilidad; no en el sentido del perfeccionismo, sino en el de organización, por lo que le permitirá a la niña o niño mantener la concentración y a no buscar distracciones”.
Si queremos darle un toque de color podemos irnos por las gamas suaves de colores. Dependiendo de si es niño o niña, podemos usar las tonalidades pasteles en pigmentaciones verdes, rosadas o azuladas y evitar los colores oscuros, asevera De Stagg. Orbe puntualiza que si el cuarto de estudio es también el dormitorio del estudiante, entonces se pueden utilizar colores como el azul claro, verde o rosa, porque estos son los tonos que están relacionados con la calma y la tranquilidad.
Pero, ¿y los tonos y matices fuertes que tanto gustan a los chicos? También, deben estar presentes, explica el Arq. Jorge Bailón, porque son necesarios para dar alegría y optimismo. “El mobiliario y los elementos decorativos son ideales para poner ese toque cálido”.
Se pueden combinar colores como el verde o el azul, ya que estos evocan la estabilidad. Se pueden utilizar, asimismo, acentos de color rojo porque este color atrae la razón, de la misma forma que el negro utilizado muy sutilmente en áreas pequeñas, según Orbe.
El mobiliario debe incluir, de ley, repisas para los libros, un escritorio múltiple, al menos una silla cómoda y ergonómica, cajas organizadoras… Si el niño es de kínder pueden adicionarse una pizarra o una mesita con el tablero adecuado para rayar, dice Bailón.
De Stagg destaca algo esencial: la iluminación, esta debe ser directa y dirigida al área de trabajo. Lo ideal es contar con luz natural; el escritorio o área de estudio debe ubicarse cerca a una ventana. También, incorpore una lámpara de mesa para una iluminación más puntual.
Los elementos lúdicos, que siempre van a estimular a los niños , pueden estar en la misma habitación. El niño debe conocer su horario de juego y el de estudio; y diferenciarlos muy bien, finaliza De Stagg.