Coartada moral ante el humor

El caso no es que se haya aborrecido o se haya disfrutado de las situaciones ficticias representadas en ‘La Pareja Feliz’, ‘Mi Recinto’ o ‘Los Compadritos’. El caso es que a la comedia televisiva ecuatoriana, el 2014 le puso freno. Y no porque la audiencia así lo sugiriese sino porque la norma impuso sanción.
Algunos salieron del aire, otros siguen su racha en la pantalla chica -‘El combo amarillo’- y otros -‘Solteros sin compromiso’ y pronto ‘Nev­Ned’- se mudaron a Internet, destino donde Enchufetv siguió ganando visitas.

Puede que ante tales contenidos primase la reflexión crítica o el placer culposo o una reacción catártica; pero la idea que se implantó ante el espectador ecuatoriano fue que ese humor creaba estigmas, afectaba a grupos sociales, hacía daño moral. Curioso si se piensa que hace un par de años (Anuario Obitel 2013) el humor y las comedias ganaban terreno en el gusto de la audiencia: las ‘sitcoms’ nacionales ocupaban horarios estelares, se mantenían entre los 10 títulos más vistos, sumaban temporadas y relegaban la producción de telenovelas.

Ahora es distinto. Si las regulaciones persisten -bajo el pretexto de los derechos-, se estará olvidando que el humor enjuicia y comenta la realidad a través de la comicidad (verbal, de costumbres, de situaciones, de carácter o de repetición). Se estará olvidando que, más allá de una supuesta brutalidad, está el equívoco de intenciones; aquello gracioso por chocante e inesperado, independientemente del gusto y los subtextos que ciertos sectores se empeñan en resaltar. Si las sanciones continúan, será como otra injerencia en el territorio de las ideas: pensamiento y humor no existen el uno sin el otro.

Pero ya en el empeño de colocar un nivel de lo tolerable respecto del humor, caben preguntas: ¿quién define tal nivel? y ¿según qué coartadas morales? ¿Acaso es el poder de los órganos oficiales, o son colectivos proderechos que aplastan los de otros, o es cada uno en su fuero interno y con el control remoto en mano?

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