Varias personas pasean con el distrito financiero de Londres (Reino Unido) de fondo, el 14 de diciembre de 2016. El producto interno bruto (PIB) británico creció 2% el año pasado. Foto: Hannah Mckay/ EFE
El previsto retiro del Reino Unido (RU) de la Unión Europea (UE), en principio aprobado en la consulta realizada hace pocos meses, es un proceso complejo, cuya resolución seguramente tomará todavía un buen tiempo. Proceso complejo, pues deberá ser ratificado por el Parlamento, lo que no necesariamente está asegurado; y, porque no se han iniciado aún las negociaciones entre el RU y Bruselas, de las que nada se conoce con certeza.
La nueva primera ministra inglesa, Theresa May, señaló hace poco que aún espera ser un socio privilegiado de la UE. Esta posición contrastaría con la definida por los restantes 27 países, que sería la de otorgarle al RU el mismo trato que se asigna a terceros, vista su decisión de no ser más parte del esquema europeo.
Conflicto difícil, que tiene desde ya un impacto negativo sobre el desempeño económico del RU: se ha estimado que su PIB caería en 1% en el corto plazo. La libra esterlina también experimenta recurrentes presiones en su cotización en el mercado de cambios.
La posesión de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de América (EE.UU.) fue una suerte de “aguinaldo”: en efecto, la “visión” del nuevo Presidente podría ser coincidente con la del RU, al menos en algunos aspectos relativos a la supuesta inconveniencia de los acuerdos de libre comercio (¡de todos!) y de zonas de integración como la UE. El escenario mundial es, así, incierto al extremo, lo que tendrá efectos negativos sobre los países en desarrollo.
En todo caso, estos rasgos podrían de alguna manera “armonizarse” entre el RU y los EE.UU. Al parecer ese era el objetivo del encuentro May-Trump. Pero tampoco será la solución. Todo tiene su contraparte.
En este ámbito se discute, por su gran importancia, el futuro del centro financiero y de la actividad bancaria alojada en Londres, la de la denominada City de Londres. Tema clave, visto su papel decisivo en los negocios internacionales. El posible retiro del RU de la UE ha forzado a la búsqueda de alternativas, incluso el traslado hacia otros países de al menos una parte de ese conglomerado financiero. Pero esto no está exento de dificultades.
La City de Londres es, en realidad, como lo señalan algunos autores, la City del Mundo: diariamente compra y vende productos financieros por algo más de la tercera parte de todo el dinero que se mueve en el planeta. Aportaría casi un 10% del producto interior bruto del RU (algunos autores dicen que esta participación estaría sobreestimada, no sería más del 5%) y generaría directa o indirectamente un millón de puestos de trabajo. Tiene una gran rivalidad con Wall Street, con la que disputa la condición de capital de las finanzas mundiales, y no está -por supuesto- dispuesta a permitir que ninguna ciudad europea compita con ella.
El sector de servicios financieros, el alma de la City, es proporcionalmente mucho más importante para la economía británica que para cualquier otra potencia de la Unión Europea. Representaría más del 10% de los impuestos que ingresan al Tesoro y alrededor del 40% del comercio de la nación. El mercado de divisas mueve diariamente más de 5 billones de dólares. Agencias de rating, consultoras, aseguradoras y un enorme paquete de agencias de inversión son también parte de ella.
La City no comparte necesariamente la decisión de que el RU salga de la UE, aunque se mantiene expectante en este momento de incertidumbre. Lo que sí resulta claro para algunos analistas es que la negociación con la UE se ha observado con cercanía desde la City, que de momento presiona con fuerza para que desde Europa no se apliquen nuevas medidas regulatorias que afecten su actual funcionamiento (la imposición de la llamada tasa Tobin, por ejemplo).
Ni la crisis económica ni el desprestigio social habían afectado hasta ahora su poder medieval y tampoco la protección que le ha garantizado su autonomía frente a las regulaciones nacionales e internacionales, los impuestos y las decisiones democráticas.
El problema es que el posible retiro del RU de la UE ha estimulado a ciudades “alternativas”: París, Fráncfort, Ámsterdam, Madrid, a tratar de ser la nueva sede de los grandes entes financieros de la City.
Habrá que ver, sin embargo, lo que más conviene a los intereses de esa autonomía “especial” de la City: pero, de hecho, las normas europeas y los intereses de los competidores pueden limitar su acogida sin más. Tampoco cabe suponer que la City aceptaría condiciones que contraríen sus intereses, de clara connotación liberal.
Difícil apuesta, pues, para los fines de ese entramado financiero londinense, que no podría, al menos si hay conciencia para reordenar el funcionamiento de la banca, reeditar -si la tendencia es de todos modos al traslado de una parte o a la extensión de la City- las condiciones que se privilegiaron en la sede original. ¿Utopía?
Lo que está claro es que cabe siempre impulsar un debate constructivo acerca de las limitaciones del mercado y de la regulación, con el fin de uniformizar las normas que a futuro favorezcan el desarrollo financiero en términos de racionalidad. ¿Será la ocasión propicia? ¿Corresponde ese intento de normalización a la UE, aprovechando la renegociación de salida, si esta se da? ¿Al Banco de Pagos Internacionales? ¿Al FMI?
Estas dudas se proyectan asimismo en relación con el respeto a compromisos antes asumidos en el ámbito de los servicios financieros en la propia UE, en la Organización Mundial del Comercio (banca y seguros) y en las negociaciones que algunas partes de esta última, no conformes con el estancamiento que afectó a la Ronda Doha, adelantan separadamente en ese foro y de las que tampoco, en medio de la actual incertidumbre, puede preverse resultado alguno.
Escenario muy complicado. El Ecuador, en sus instancias de comercio, ¿habrá comenzado el estudio de todas las implicaciones que supondrá este nuevo contexto internacional? Un asunto de especialistas, que no admite la improvisación y que debería ser abordado urgentemente.
*Doctor en Economía, Universidad de París 1 (Pantheon-Sorbonne)