Cirujano que hizo trasplante de rostro dice que el ego no cabe en su trabajo

El médico cubano realizó en Francia en 2005 el primer trasplante de cara en la historia. Foto Referencial: Archivo/EL COMERCIO.

El médico cubano realizó en Francia en 2005 el primer trasplante de cara en la historia. Foto Referencial: Archivo/EL COMERCIO.

El médico cubano realizó en Francia en 2005 el primer trasplante de cara en la historia. Foto Referencial: Archivo/EL COMERCIO.

El cirujano Eduardo Rodríguez, que ha hecho historia al realizar el más completo trasplante de un rostro, aseguró a Efe que para hacer este tipo de cirugía se necesita evitar las tentaciones del ego y confiar en su equipo de trabajo.

"Esto no tiene que ver con ego, tiene que ver con resolver un problema grande a un paciente", dijo el galeno, de hablar calmado, en una entrevista en su despacho, donde exhibe en una estantería el casco de bombero de Patrick Hardison, a quien realizó el trasplante el pasado agosto en el Langone Medical Center de la Universidad de Nueva York, causando gran revuelo en el público y la ciencia.

"Con la enseñanza que recibí y la confianza en el equipo que me rodea, me siento totalmente confiado en que podemos seguir haciendo ese trabajo", indicó Rodríguez.

Rodríguez, uno de cuatro hijos de inmigrantes cubanos que realizó en Francia en 2005 el primer trasplante de cara en la historia, hará pronto una segunda intervención a Hardison, de 41 años, en sus ojos y labios.

"La inflamación del rostro se ha reducido y está en un estado de ánimo excelente", junto a su familia en Misisipí, dijo, y explicó que el bombero, de cinco hijos, fue preparado por un equipo de psicólogos y psiquiatras para la cirugía.

El bombero tuvo que esperar un año por el donante perfecto, que resultó ser fue David Rodebaugh, de 26 años, con muerte cerebral debido a un accidente.

Hace 14 años Hardison resultó con quemaduras en la cara, cuello y torso, y tras unas 70 cirugías, fue referido a Rodríguez, quien, durante un proceso de 26 horas con un centenar de médicos y enfermeras elegidos y entrenados por él, le dio un nuevo rostro.

El proceso, cuyos detalles fueron revelados a mediados de noviembre, incluyó el trasplante del cuero cabelludo, pestañas, orejas, y otro tejido, para lo cual el equipo médico realizó siete ensayos en dos años con cadáveres.

"Todos los pasos se tomaron para poder llegar al triunfo. Lo único que no se practica es el trasplante del donante a recipiente y una vez le quitamos el rostro a Patrick, ya no había regreso. Pero, gracias a Dios, a la dedicación del equipo, al estudio, la práctica y a este paciente tan valiente, se logró", indicó.

Un gran reto fue la circulación del cuero cabelludo del donante, por lo que antes de trasplantarlo se le practicó un angiograma en la sala de operaciones, donde había dos equipos de médicos, con el donante y el recipiente.

"Una vez que vi que estaba sano, me sentí mucho mejor y se le removió el de Patrick" y "la parte más importante, la mas precisa, fue remover los párpados", indicó el galeno, que había dado antes un nuevo rostro a un hombre en Baltimore que había perdido la mitad inferior de la cara, considerada una de las cirugías más complejas.

Rodríguez, que se confiesa amante del café negro cubano, afirmó que la cirugía a Hardison le impactó mucho personalmente, aunque reconoce que es parte de su trabajo, y que pese al éxito, no hay cabida para la arrogancia.

"Mucha gente tiene que reconocer que la arrogancia lo único que crea es debilidad y que la humildad da fortaleza y me da la oportunidad para mantener la mente clara para tomar decisiones", argumentó el médico, que dice ser fruto "de la dedicación y sacrificio de sus padres" para que ellos estudiaran, y que tenían un negocio de venta de flores.

Dice ser una persona de mucha fe porque sin ella "no se puede hacer esto (...). La ciencia ha avanzado increíblemente y solo soy un participante de esa evolución", afirma, y asegura que se prepara "emocionalmente y espiritualmente (para las cirugías) porque es como una batalla de muchas horas".

Rodríguez enfrenta ahora un nuevo reto: lograr que los pacientes de trasplantes necesiten menos medicamentos para evitar el rechazo, "un riesgo que siempre existe", porque tienen efectos secundarios.

Para ello ya trabaja en el laboratorio con otro equipo médico que reclutó del Langone y otras universidades.

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