Su hábitat natural son las aguas cálidas entre los 12 a los 24 grados centígrados y con una salinidad muy elevada. Viven reunidas en grupos, formando enormes cardúmenes de millares de individuos. Son las sardinas común (pilchardus), una especie de pez que constituye una parte fundamental de la dieta de aves y lobos marinos.
A pesar de que cada hembra pone entre 50 000 y 60 000 huevos (dos veces por año) su población disminuye y la secuela se siente. Una de ellas es la reducción de la población de piqueros patas azules, en Galápagos. Esos animales se alimentan justamente de sardina.
Basado en estudios internacionales, Gustavo Larco, biólogo ecuatoriano que trabaja en un proyecto de investigación sobre impactos de la sobrepesca en las costas del Pacífico, dice que un alto número de aves costeras se perjudica cuando el volumen de peces disponibles es inferior al 33% de la capacidad máxima de un ecosistema.
Los hallazgos de los investigadores, dirigidos por Philippe Cury del Institut de recherche pour le développement (IRD, Francia) y publicados en la revista Science, también ayudan a esclarecer la asociación existente entre depredadores y presas en todo el mundo.
Los expertos evaluaron datos de casi 450 años acumulados de observaciones. Compararon el volumen de peces disponibles con los patrones de reproducción de 14 especies de aves costeras. Pero el estudio no incluyó al piquero patas azules.
“Si se reduce la cantidad de peces, las aves dejan de reproducirse. Pero eso no significa que cuando aumenta la cantidad de peces, la tasa de reproducción de las aves se intensifica”, dice el informe.
Los científicos investigaron las especies de peces en siete ecosistemas repartidos por el mundo. Cada uno fue evaluado en períodos de 15 y 40 años.
Según los autores, se necesitan alrededor de 13 años de datos para obtener una idea precisa del volumen máximo de peces que puede existir en determinado ecosistema.
Larco sostiene que existen dos razones principales sobre la falta de sardinas. Una de ellas es el cambio climático, pues estos peces viven a cierta temperatura. Otra es la sobrepesca, que pone en riesgo la supervivencia de depredadores de nivel superior, entre ellos aves. Indica que esta presión se ve agravada por la actividad humana, y de manera especial por la pesca. Cada año, los humanos y las aves en conjunto consumen cerca de 80 millones de toneladas de pescado.
Actualmente, casi la tercera parte de las capturas en todo el mundo corresponde a especies de pequeño tamaño como la sardina, la anchoa, el arenque, el eperlano y el capelín que se utilizan como fuente de aceites para el sector de la piscicultura.
Los científicos añaden que los resultados de este estudio permiten establecer un estándar a partir del cual medir el grado de sostenibilidad de la gestión pesquera y el incremento de la demanda mundial.
Eso contribuirá a la sostenibilidad de las poblaciones de aves marinas en el futuro.
La Dirección del parque Nacional Galápagos (DPNG) informó que impulsará estudios complementarios que permitan tomar medidas adecuadas de manejo. Entre estas iniciativas está realizar estudios formales de biología poblacional de clupeidos. “Esto nos dará más datos sobre lo que está pasando con la principal fuente de alimento de los piqueros”, dijo Víctor Carrión, director de Ecosistemas de la DPNG.
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