Un órgano sensorial les permite a las ballenas detectar a sus presas

Imágen que muestra a una ballena rorcual, en cuya mejilla fue hallado un nuevo órgano sensorial responsable de cordinar los movimientos de la boca y la garganta de estos cetáceos durante sus embestidas para alimentarse. FOTO: EFE.

Imágen que muestra a una ballena rorcual, en cuya mejilla fue hallado un nuevo órgano sensorial responsable de cordinar los movimientos de la boca y la garganta de estos cetáceos durante sus embestidas para alimentarse. FOTO: EFE.

Las ballenas rorcuales disponen de un órgano sensorial que les permite detectar sus presas y coordinar los movimientos de la mandíbula durante los ataques, según un estudio publicado en la revista británica "Nature".

Este grupo de cetáceos, conocidos también como ballenas de aleta, -que incluye especies como las ballenas azules, las jorobadas o las minke- puede consumir hasta 1 800 kilogramos de comida al día, en un proceso en el que engullen y filtran grandes volúmenes de agua con presas y en el que este órgano sensorial desempeña un papel fundamental.

"Esta es la primera vez en muchas décadas que se descubre un nuevo órgano sensorial en un mamífero. Esto ilustra también lo poco que sabemos sobre la anatomía de las ballenas", explicó Nicholas Pyenson, el investigador principal y autor del artículo.

En cada ataque, las ballenas aceleran sus movimientos hasta su máxima velocidad y abren la boca hasta alcanzar un ángulo de casi noventa grados.

El órgano descrito en el artículo está situado entre los huesos de la mandíbula y es responsable de la coordinación de varios procesos, como la apertura de la boca durante estas embestidas o la expansión de la garganta hasta su máxima capacidad.

Según detalló Pyenson, está formado por mecanorreceptores (un tipo de receptor sensorial) que comunican al cerebro los cambios en la posición de la mandíbula y de la garganta durante una estocada, y sus componentes no han sido hallados en ningún otro mamífero.

"Este descubrimiento nos permite saber más sobre la secuencia evolutiva que permitió a estos mamíferos convertirse en los mayores vertebrados del planeta", añadió Pyenson.

En la investigación, llevada a cabo por un equipo de expertos del Smithsonian Institution (Washington D.C, EEUU), se utilizaron tejidos recolectados de ballenas pescadas en Islandia con fines comerciales, que fueron sometidas a técnicas de rayos X y resonancias magnéticas.

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