Consumen todo tipo de insectos. Eso evita la propagación de plagas para los humanos y la destrucción de sus cultivos. A su vez son devorados por otras especies, lo que completa la cadena alimenticia y mantiene el equilibrio de la naturaleza. Se trata de los anfibios, entre ellos las ranas, el grupo de animales más amenazado del mundo según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN ).
A escala mundial se calcula que un tercio de las 2 500 especies de ranas, sapos y salamandras descritas están en peligro de extinción y 168 ya han desaparecido. Los últimos 20 años han sido considerados como los más críticos en cuanto a la disminución de estas especies. En Ecuador, estudios realizados por la Universidad Católica han determinado que 59 especies (29,2%) están en peligro de desaparecer.
“Es una proporción alarmante y muy superior al porcentaje de plantas, mamíferos o aves amenazadas del país”, indica el biólogo Santiago Ron, quien además resalta que estos animales tienen una importante función como indicadores de la salud de los ecosistemas. Su sensibilidad a cambios ambientales y a la contaminación hace que sean los primeros en desaparecer de un lugar afectado, ya sea por el cambio climático o la destrucción de ese hábitat.
Con esto concuerda su colega Andrés Hidalgo, experto en conservación. Él explica que antiguamente, en las minas de carbón, utilizaban canarios para saber si el ambiente estaba cargado de gases tóxicos.
Cuando este animal moría asfixiado, los mineros salían inmediatamente. Hoy en día los anfibios son considerados como los canario s de las minas y ayudan a determinar el deterioro del planeta.
Es por esto que actualmente su declive ha lanzado alertas en todo el mundo, “pues la extinción de las ranas llevaría a un caos de todos los ecosistemas”, sostiene Hidalgo.
A pesar de que existen miles de especies de este tipo a escala mundial y cada año se descubre al menos 10 ejemplares nuevos, son muchos los flancos que atacan a estos anfibios. Por ejemplo, el cambio climático, la pérdida de territorio para crear su hábitat, la contaminación constante a la que se ven sometidos ríos y riachuelos. También la agricultura invasiva, hongos devastadores como el Chytrid, otros tipos de parásitos. A esto se suman las especies depredadoras introducidas como la trucha que devora renacuajos.
Según la organización ambientalista WWF, en Australia por ejemplo han desaparecido ya unas 12 especies de ranas en tan solo 30 años, principalmente por el hongo Chytrid y por la pérdida de hábitat, y en el resto del mundo más del 28% de las especies está en serio peligro de extinción. La UICN ha calificado el hecho como la pérdida más importante de diversidad biológica.
En el país, Santiago Ron indica que ayer se conoció la descripción de dos nuevas especies. Una de ellas fue descubierta en la cordillera del Cóndor y la otra en el Parque Nacional Sangay. Incluyendo esas nuevas especies, en lo que va del 2014 se han descrito siete nuevos especímenes.
Según el proyecto de conservación de anfibios La Balsa de los Sapos, en el 2011 se descubrieron tres especies en el país; en el 2012 fueron nueve.
La misma cifra se registró en el 2013. Esto mientras que se desconoce el número exacto de anfibios extintos. ¿La razón? se requiere un mayor trabajo de campo, asegura Juan Manuel Guayasamín, director del Centro de Investigación de Biodiversidad de la Universidad Indoamérica.
Desde 2005, después de la Cumbre Mundial para la Conservación de Anfibios, la Universidad Católica del Ecuador trabaja en un proyecto de conservación. Las principales amenazas de estas especies son el cambio climático y la destrucción de su hábitat.