Sirio es una de las estrellas más brillante que se puede ver en el cielo nocturno terrestre. Ha estado ligada al pensamiento de sociedades como la egipcia. Foto: Nasa y ESA
La estrella de Belén no fue solo la obsesión de los reyes magos que buscaban al Mesías. También ha sido uno de los temas centrales a resolver por la astronomía. Y es por ello que los escenarios que se plantean sobre su existencia toman en cuenta conjunciones planetarias, el paso de cometas, novas, supernovas, meteoros y hasta la presencia de otros planetas.
Colin Johnston, director educativo del Armagh Planetarium (Reino Unido), señala en su blog que el relato del evangelista Mateo resulta más extraordinario que el hecho mismo de que aparezca una estrella como tal. Cuando el cristiano escribe que fue el astro el que se movió en el cielo para guiarlos hasta el punto exacto, el astrónomo entra en una suerte de pánico.
Y cómo no hacerlo. A su criterio, un hecho como tal sería un fenómeno astronómico único en la historia. Por primera vez se registraría el movimiento de un cuerpo celeste y su inmediato detenimiento.
Uno de los escenarios planteados es una conjunción planetaria como la que hubo en junio de este año entre Júpiter y Venus y nombrada como ‘Estrella de Belén’. Fotos: NASA y ESA
Pero más allá de la polémica, una de las primeras hipótesis que se plantearon sobre el tema vino de la mano del astrónomo David Hughes, autor del artículo científico ‘The Star of Bethlehem’ (‘La estrella de Belén’) y publicado en la revista Science en 1976.
Luego de observaciones de los récords históricos, y tras su interpretación de los pasajes bíblicos que hacen referencia al suceso, el investigador señaló que lo más probable es que en esa fecha haya ocurrido una conjunción planetaria entre Júpiter y Saturno, que data del año 7 d.C.
Esto implica que el Sol, la Tierra, Júpiter y Saturno se ubican de tal manera que nuestro planeta queda entre los dos últimos, lo que permite visualizarlos con mayor facilidad en el cielo nocturno.
Un segunda explicación tendría como objeto a los cometas, siendo el Halley el más probable de todos. De acuerdo con los datos históricos recreados por computadora de esta bola de hielo, polvo y roca, su paso se podría haber dado hacia el año 11 a.C. Al respecto, Orígenes, Padre de la Iglesia oriental, ya sugería en el siglo III d.C. que un cometa sería el que marcó la ruta de los magos.
Se conoce que el cometa Halley fue visto desde la Tierra en el 11 a.C. Los astrónomos estiman que podría haberse visto por días su trayectoria en el espacio. Foto: NASA y ESA
A estos escenarios unen dos particulares: una nova o supernova. Pero esto, para el físico ecuatoriano Alejandro Mendoza, es tan sui géneris ya que implicaría una explosión nuclear excesivamente poderosa en el espacio y, al mismo tiempo, marcaría la muerte de una estrella y, posiblemente, de cualquier rastro de vida a su alrededor. Así, el nacimiento del salvador sería el fin de un Sistema Solar.
Una última posibilidad es que haya sido producto de la entrada de un meteoro en la superficie terrestre. Según Mendoza, el paso a través de la atmósfera genera energía cinética en forma de luz y calor.
Los meteoros más grandes pueden parecerse a grandes bolas incandescentes, y uno de ellos bien podría haberse confundido con una estrella. Esta hipótesis es una de las más aceptadas ya que de ese modo se provoca la aparición de un cuerpo celeste en movimiento.