Con marimba, los chachis radicados en Santo Domingo, organizan una fiesta navideña. Foto: Juan Carlos Pérez
Para los chachis, la Navidad significa exclusivamente la fiesta del Divino Niño. Se celebra con bailes, música y el champú, que es la bebida típica de los aborígenes radicados en Esmeraldas y en Santo Domingo de los Tsáchilas.
Este año la jornada se iniciará con juegos ancestrales para que los niños conozcan las costumbres chachis. Además se practicarán rituales para conmemorar la llegada del Niño Jesús. Este festejo se realizará en el centro ceremonial de la comunidad, ubicado en el kilómetro 7, de la vía Santo Domingo – Quevedo.
Esa construcción, de madera y caña guadúa, es adornada con telas brillantes de colores como el verde, el anaranjado, el rojo y el amarillo. Ahí se colocan los instrumentos musicales típicos, como la marimba, y se construye un altar donde el 25 de diciembre se coloca al Niño Jesús y a su rededor se encienden velas, de distintos tamaños y colores, como un ritual de respeto y de adoración a esa imagen católica.
Las mujeres chachis, radicadas en Santo Domingo, se dedican a elaborar tejidos con fibra de rampira (pichuwa)y canastas (putepa) hechas de paja toquilla con técnicas propias de la nacionalidad. “Es una fiesta muy bonita porque podemos compartir no solo con la familia sino también con amigos. Aprovechamos para agradecer por las cosechas y la venta de los productos artesanales y agrícolas”, señaló Mayra Tapuyo.
Luis Cimarrón, presidente de la Asociación de Jóvenes Chachis radicados en Santo Domingo, asegura que las familias chachis empezaron a llegar a Santo Domingo desde Esmeraldas en busca de trabajo, educación para sus hijos y salud.
Pero los primeros migrantes se dedicaron a trabajar y, de a poco, se perdieron las costumbres. “Las fiestas navideñas no se celebraban en Santo Domingo. Los chachis viajaban para disfrutar en nuestra tierra de las tradiciones ancestrales”, cuenta Cimarrón.
Pero desde hace dos años empezaron a practicar las costumbres de Navidad, que en Esmeraldas se celebran desde hace más de
2 000 años. “También es una forma de mostrarle a los meztizos nuestras fiestas y de hacer valer nuestros derechos como grupo indígena”, explica el líder.
La celebración se inicia el 24 de diciembre con comida y música. A la medianoche se sirve el champú y los adultos mayores esparcen perfume a los asistentes como símbolo de purificación para elevar el espíritu. Además se fuma tabaco para ahuyentar malas energías y pensamientos negativos.
En las canastas tradicionales se colocan dulces para los niños. Las mujeres cocinan en la madrugada platos con productos típicos como el plátano verde y el pescado.
El 25 de diciembre es un día clave para los nativos porque, además de organizar los juegos ancestrales y rituales, también se realizan las peticiones de matrimonio y las bodas de las parejas que se comprometieron en los años anteriores.
La tradición dice que los novios deben hacer méritos durante un año para que los padres de la novia den la aprobación del matrimonio. Si la respuesta es negativa, el joven debe ganarse la confianza de los progenitores durante un año más. “Es un ritual especial porque es la única fecha en que nos podemos casar”, dijo Tapuyo.