El prefecto de la Congregación para la doctrina de la Fe (el ex Santo Oficio), Ludwig Müller, ofrece una rueda de prensa en el Vaticano hoy, 25 de octubre de 2016. La Iglesia católica prohíbe a sus fieles esparcir las cenizas de los difuntos, dividirlas entre los familiares y también que sean conservadas en casa. Foto: EFE
En una urna de madera descansan las cenizas de la abuela Matilde. Ahí están desde el 2000. Los nietos de la difunta temen portarse mal porque sienten que la “abuelieta” los está vigilando. Carolina Suárez decidió conservar este recuerdo de su madre que falleció en un accidente de tránsito.
Ella es católica y respeta las tradiciones religiosas, pero considera que es una “exageración” prohibir a los familiares mantener cerca las cenizas de su ser amado. “El hogar es mucho más cálido que el cementerio”.
Para el arzobispo castrense René Cobo hubo abusos de parte de algunas personas que no tuvieron respeto por las cenizas de sus parientes. “No se puede banalizar el cuerpo que ha sido templo del espíritu santo. Hubo abusos, luego de tener los restos en la casa. Al principio está bien cuidadito (el cofre con las cenizas). Luego las usan contra maleficios o las abuelitas las llevan en la cartera para tener buena suerte”.
El religioso considera que las cenizas necesitan el mejor de los tratos. “Los restos deben estar en un cementerio, un lugar sagrado, por respeto a ese cuerpo. En casa pasan, en ocasiones, a ser destruidos, maltratados y botados. Respetemos la dignidad de la persona y el recuerdo”.
En Ecuador existen servicios especiales para la cremación y para disponer de las cenizas. La empresa Memorial construyó una estructura para 10 000 columbarios o nichos. Los espacios tienen un costo que va desde los USD 1 700 hasta los USD 2 500. Son a perpetuidad.
Juan Carlos Reyes, director de Salas de Memorial, considera que la cultura de la cremación avanza. En la actualidad, el 55% de sus clientes opta por esta práctica en lugar de la inhumación en tierra (enterrar el cadáver).
Reyes aclaró que no se pueden hacer cremaciones sin tener el equipo, personal y permisos necesarios. Los cuerpos que están cuatro años en tierra, pasan a ser cremados, si es que los familiares lo deciden, y luego van a los columbarios. En caso de que se necesite el traslado de los restos desde otro cementerio, la empresa cuenta con carros y ambulancias fúnebres que están autorizadas para este procedimiento.
Ante las nuevas prácticas tanto de sepultura como de cremación consideradas “en desacuerdo con la fe de la Iglesia”, la Congregación para la Doctrina de la Fe trae un nuevo documento con el nombre de “Instrucción Ad resurgendum cum Christo” respecto al anterior de 1963.
El papa Francisco publicó en ese documento un instructivo para conservar las cenizas de los difuntos, tras su muerte. El pontífice pide mantener los restos en un lugar sagrado, no esparcirlos por la naturaleza o guardarlos en casa.
En el texto, hecho público este martes 25 de octubre del 2016, se explica que aunque la Iglesia sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos, se acepta la cremación pero se prohíbe esparcir las cenizas e incluso se podrá negar el funeral en el caso de que así se decida.
“Para evitar cualquier malentendido panteísta, naturalista o nihilista, no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos”, reportó la Agencia EFE.
Además, advierte que “en el caso de que el difunto hubiera dispuesto la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se le han de negar las exequias”.
No obstante, el documento también explica que “cuando razones de tipo higiénicas, económicas o sociales lleven a optar por la cremación, ésta no debe ser contraria a la voluntad expresa o razonablemente presunta del fiel difunto”.
En el documento se indica que la Iglesia “no ve razones doctrinales para evitar esta práctica”. Esto porque “la cremación del cadáver no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo y por lo tanto no contiene la negación objetiva de la doctrina cristiana sobre la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo”.