Las candidatas a Ñusta (Reina) lucieron sus mejores trajes de fiestas tradicionales. Foto: Francisco Espinoza para EL COMERCIO.
La Fiesta del Florecimiento o Pawkar Raymi tiene en Otavalo, Imbabura, un preámbulo para anunciar el inicio de la celebración andina, que se extiende por casi un mes.
Esta antesala se denomina Kallary Raymi (Fiesta de Inicio, en español) y se anuncia con un recorrido por las calles centrales de la ciudad.
La tradición está enraizada en 14 comunidades del cantón. Sin embargo, cada una tiene sus particularidades.
Mientras los kichwas Otavalo de la zona urbana, por ejemplo, prefirieron recorrer la urbe acompañados del canto de coplas del grupo Auténticos de Cayambe, los de la vecina comunidad de Pinsaqui lo hicieron de manera reverente, encabezados por el Coraza, que desfiló sobre un caballo.
El personaje, cubierto con una máscara adornada con aretes, medallas, cadenas y espejos, representa a los antiguos caciques de la región.
El pregón es el inicio del homenaje a esta fase del año en que el campo florece y se llena de color. “Estamos en un tiempo fértil. Es una época pródiga para nuestras comunidades herederas de esta tradición”, explica José Quimbo, vicealcalde del cantón.
También se realizan rituales con el agua, que tienen un significado relacionado con la cosmovisión andina. Uno de ellos el denominado Tumarina, que es una demostración de aprecio de una persona mayor hacia los otros. De acuerdo con la costumbre, los abuelos y padres colocan sobre las cabezas de sus familiares y amigos una palmada con agua y pétalos de flores.
Aunque el origen del Pawkar Raymi están en la zona rural, en los últimos cuatro años se ha extendido a la ciudad. En Otavalo, la organización del programa está a cargo de un grupo de jóvenes. Para este año se incluyeron actos culturales y deportivos, explica Wilson Quinchiguango, prioste o padrino del Kallary Raymi.
El último fin de semana fue agitado para el dirigente, pues tuvo que ultimar detalles del vistoso desfile. Los kichwas varones desfilaron con pantalón, camisa y alpargatas blancas, poncho azul y sombrero. Las damas, en cambio, vestían anaco (falda), blusas bordadas y rebosos.
Son los trajes tradicionales a los que se denomina de gala. Recuperar la vestimenta tradicional es un aporte de este tipo de celebraciones.
Otro es la recuperación de los juegos ancestrales, como el churo, las tortas, la chungana, que eran practicados por las generaciones anteriores. Con esta propuesta se sumó el Cabildo Kichwa de Otavalo.
Según Juan Carlos Farinango, integrante de esta organización, con esta iniciativa se quiere llegar especialmente a los niños y jóvenes, que ahora están absorbidos por los juegos tecnológicos.
Entre los números que tienen masiva concurrencia están los torneos de fútbol y baloncesto, dividido en varias categorías. El sincretismo entre la cultura ancestral y occidental también se evidencia en la elección de las reinas, a las que se les denomina ñustas.
Alberto Yamberla, presidente de la comunidad Pinsaquí, señaló -durante el discurso inaugural del Pawkar Raymi Pinsaquí Tío 2018- sentirse orgulloso de que cada año se fortalezca este festejo ancestral. Además, resalta que dinamiza el movimiento económico de los poblados.
En Peguche y Agato, en cambio, la fiesta recién empezará la próxima semana.