Leonardo Marín tiene 90 años y aún mantiene la técnica para elaborar catangas. Fotos: Juan Carlos Pérez / para EL COMERCIO
Los componentes de la catanga están ligados a las costumbres de los artesanos de la Costa, entre ellos los montuvios.
Este instrumento que sirve para la pesca tiene como elementos centrales la caña guadúa, bejuco y la piola.
Estos materiales son considerados ancestrales para este grupo, debido a que son parte de su entorno y con ellos se ha dado forma a una infinidad de construcciones.
Los montuvios de la provincia de Manabí tienen su propio estilo para elaborar la catanga, aunque con el pasar del tiempo se han incorporado nuevas formas.
Los artesanos de más edad siguen la tradición de construirlas de forma cilíndrica. Mientras que las nuevas generaciones le apuestan a la forma rectangular.
Leonardo Marín, de 90 años, sigue la técnica de sus ancestros.
En su natal Pedernales sus padres le enseñaron que las cilíndricas son ideales para asegurar la carnada y por ende una buena pesca.
Desde hace 15 años vive en el sitio La Estrella del cantón Chone, donde es un referente en la construcción de catangas.
Su materia prima la extrae del río Garrapata que por estos días de invierno arrastra una gran cantidad de palizada, entre esas la latilla que necesita para sus creaciones.
La catanga tiene diferentes formas. Las hay en forma rectangular y cilíndricas. Pero ambas cumplen la misma función.
Cada accesorio lo vende en USD 10 y sus clientes recurrentes son de Pedernales.
La catanga se emplea principalmente para capturar langostas y camarones que se reproducen en los ríos de agua dulce de Manabí. Marín explica que este accesorio tiene dos aberturas; en una de estas se coloca la carnada y por la otra se retiran las especies atrapadas.
En su interior hay dos espacios que tienen la forma de embudos que están conectados entre sí, uno para atraer a la presa con la carnada (tripa de pollo o plátano maduro). Mientras que la segunda es como la jaula donde quedan atrapados los crustáceos.
La capacidad de acopio de cada catanga es de hasta 10 especies.
La medida de este instrumento no es fija, aunque hay quienes prefieren de un metro y medio o de 90 centímetros. Lo único constante es que está compuesta por 28 latillas.
Luis Muñoz, lleva seis años construyendo Catanga, en el sitio El Mate, del cantón Chone. Su estilo para construirlas es la rectangular que se diferencia de las antiguas por los clavos que aseguran cada sección del instrumento.
Para las ancestrales, en cambio, se utiliza el bejuco o la cuerda.
De esa forma la catanga ha sido por años la herramienta más fiable y de menos esfuerzo en una jornada en el río.
La catanga también es utilizada por los afrodescendientes del norte de Esmeraldas.
Los pescadores la comparan con el anzuelo o la atarraya y coinciden que con la anterior la jornada es menos agotadora.
Muñoz explica que solo basta con colocarlas dentro de los afluentes y del resto se encarga la corriente.
Con los anteriores accesorios se recurre al esfuerzo físico manual y la jornada puede extenderse por varias horas.
Para aprovechar la mayor cantidad de especies, la catanga debe estar sujeta a una rama y quedar a medio flote, es decir entre la superficie y el espejo del agua.
Los pescadores realizan todo este trabajo buceando. La hora ideal para dejar las trampas en los afluentes es al caer la tarde. Al siguiente día, cerca de las 10:00 acuden a revisarlas para extraer la producción de la jornada.
Luis Muñoz tiene 25 catangas a flote en el río Grande de Chone. Pero en esta zona hay otros 100 montuvios manabitas que aprovechan las bondades que trae ese afluente para pescar con ese accesorio.
La producción la vende en sus viviendas y también para su alimentación diaria.
Mauricio Mendoza, otro pescador con catangas en Chone, dice que esta es una alternativa antigua del montuvio que prefiere la jornada en el río antes que ir a cortar monte.
Incluso, se han creado pequeñas redes de producción artesanal informales para distribuir las labores.
Cuando llegan las horas de la ‘cosecha’ se observan a decenas de personas al nado en los ríos manabitas.