Durante veinte años, los estudiantes y docentes de la carrera han gestionado y curado varias muestras. Foto: cortesía Gonzalo Vargas
A finales de la década de los noventa la educación artística, en la ciudad, seguía enfocada a la formación de pintores, escultores y grabadores. En medio de ese contexto y a un paso de la crisis bancaria, la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) abrió la carrera de Artes Visuales.
Con la apertura de este espacio académico, que en noviembre celebrará sus veinte años, con una muestra colectiva, se produjo un quiebre en la formación artística local, en el que la mirada se aleja de la educación técnica y se centra en la investigación y en la idea del arte como proceso.
Unos años antes de la creación de la carrera, un grupo de docentes de la Facultad de Artes de la U. Central creó el Centro Ecuatoriano de Arte Contemporáneo, un colectivo enfocado en pensar el arte más allá de las ideas modernas.
De este grupo integrado por artistas como Gonzalo Jaramillo, Jenny Jaramillo, César Portilla, Alexis Moreano y Rosa Jijón salieron muchos de los primeros docentes de la carrera de Artes Visuales.
Pamela Cevallos, directora académica de la carrera, sostiene que muchos de los debates que se generaron desde este colectivo fueron retomados por los estudiantes y profesores. “Se empieza a pensar -dice- en el arte no solo como objeto sino como resultado de un proceso. Uno de los aportes más importantes ha sido la posibilidad de posicionar al arte como una forma de conocimiento legítima. Con sus propios métodos y complejidades”.
Gonzalo Vargas, uno de los 25 estudiantes que fueron parte de la primera generación, sostiene que la crisis económica de los 90 ayudó a potenciar la formación del artista como gestor, curador e investigador. “Nos comenzamos a pensar como artistas-gestores. En ese contexto empieza a aparecer lo contemporáneo en el arte local”, asegura.
Vargas, que actualmente es docente ahí y el encargado de Index, una revista de arte contemporáneo que lleva cuatro ediciones, cuenta que en los primeros años la gestión se daba más como una respuesta a la crisis económica pero que ahora está incluida como parte de la malla curricular.
Vargas cuenta que Index es uno de los proyectos editoriales más importantes de la Facultad de Arquitectura, de la que forma parte la carrera. “Recuerdo que en el 2001 cuando presenté mi primera muestra individual había más espacios donde se hablaba y pensaba sobre el quehacer artístico”. Uno de los ejemplos exitosos de la puesta en práctica del trabajo en investigación y gestión en arte contemporáneo es No-Lugar, un espacio creado, hace ocho años, por exestudiantes del área.
Eduardo Carrera, miembro de este espacio y actual jefe de curaduría del Centro de Arte Contemporáneo, cree que la estructura ha permitido que los estudiantes no solo se desarrollen profesionalmente como artistas visuales sino como gestores, curadores y educadores. “Eso se pone en práctica desde su malla curricular hasta las experiencias en pasantías y sus propios proyectos de gestión como las casas abiertas, los salones universitarios y los viajes”, dice.
Carrera será, junto a la catedrática Jenny Jaramillo, curador de la muestra colectiva que se inaugura el 17 de noviembre y que se realizará en el Centro Cultural de la PUCE. Vargas cuenta que durante estos veinte años los estudiantes y docentes de la carrera han expuesto en la mayoría de centros culturales y galerías de la ciudad y que esta vez quieren ayudar a la reactivación del Centro Cultural de la PUCE.