La música es importante. Claro, para los melómanos eso es una obviedad. Pero lo es incluso para los que no les importa si lo que suena en su día a día es un cachullapi o un remix de house con tal de que el sonido no ‘moleste’ sus actividades cotidianas. Por eso, hay música en todo tipo de negocios y los exitosos saben que esta puede cambiar el comportamiento de un consumidor.
Así al menos lo afirma el profesor de marketing de la Universidad de Cincinnati James Kellaris en un artículo publicado por Newsweek. “(La música) puede cambiar la percepción del tiempo, puede condicionar a asociar una canción con una marca o puede limitar la habilidad del cliente para analizar una potencial compra debido a la distracción musical”, afirma el experto.
Por eso hay melodías supuestamente agradables tanto en comerciales de TV como en la espera telefónica de ciertas operadoras. También aparecen en un centro comercial o en la oficina de su doctor. Es que la música no solo sirve para el negocio sino también para aliviar el dolor -según un estudio publicado en WebMD- o incluso para mejorar el desempeño deportivo.
Bajo ese contexto y una lista de ‘Hits Chongueros’ del canal de YouTube especializado Chulito Kiteño, empezó una búsqueda por el uso que se se le da a la música en los sitios que en las noticias son membretados como ‘de tolerancia’. ¿Será verdad que los temas más populares ahí son narcocorridos, música dance e incluso Zombie, una canción de rock antibélico de los irlandeses Cranberries?
Créalo o no, esa era la pregunta en la cabeza del periodista y su asistente al entrar en el mar de neón del primer establecimiento. Los recibieron un mix de espejos, luces, bolitas de cristal y pornografía televisada. Que el tema Clint Eastwood de Gorillaz (trip hop) diera la bienvenida por los altavoces del local fue la primera sorpresa de esa noche.
-El DJ debe haber sido cliente da La Bunga (desaparecido bar alternativo)- bromeó una voz entre la clientela y las chicas, que a lo mucho conversaban entre sí. Nadie bailó con el set que incluyó desde el rap fiestero de 50 Cent hasta el reggae espiritual de Aswad. Quizás por eso el DJ optó por cambiar al reggaetón en las voces de Nicky Jam, Daddy Yankee, Yaga y Mackie y Héctor y Tito.
Pero no. Los clientes se limitaban a mover sus mocasines de oficina al ritmo de Nos fuimos hasta abajo. También hacían durar eternidades al trago en su mano mientras veían pasar las generosas humanidades de las trabajadoras.
Desde adentro (Parte III)
En ese momento, llegaron las elecciones musicales de una dama cuya inscripción en letras blancas sobre un camisón de seda negra la identificaba como ‘Pingüina’. Su show empezó con un poco de reggaetón y hip hop a cargo de Arcangel y su tema Aparentemente. Lo siguió un reggaetón más puro en el estilo de RD Maravilla con su Loco loco. El acto cerró con un hip hop lento a cargo de Busta Rhymes y la canción Give it to Me.
Ni bien terminó su presentación, Pingüina fue despedida por tibios aplausos que antecedieron al Sentimiento original de la banda de reggae chilena Gondwana.
La ecualización de las frecuencias bajas estaba a tope en la consola del DJ, tanto así que ese retumbar en la caja toráxica obligó al abandono del lugar.
Un par de kilómetros más al norte, el asistente y el periodista fueron requisados antes de entrar a un lugar que ofrecía shows múltiples. Al ingresar, el tema Bombastic de Shaggy acompañaba el baile de dos chicas ya despojadas de sus atavíos.
Aquí el DJ también era animador. Perlas suyas como “¡todo, todo, todo mami! ¡muévete nena! ¡esa pose no me la conocía, rico!” no resultaron tan efectivas con el público como su alusión de tinte mundialista: “Cuidado me rompes el tubo que no es Rival”.
El show terminó con la promesa de una hora loca “en contados segundos”. Lo cierto es que pasaron al menos 60 minutos antes de que eso ocurriera.
En ese lapso el DJ puso un set de bachata dominado por Romeo Santos, Prince Royce, Enrique Iglesias y el ecuatoriano Maykel. Sus temas Tú en mí y A prueba de todo fueron los únicos de esta fiscalización musical que provinieron de nuestra tierra. El manabita con sus 15 años podrá no entrar aún físicamente a un cabaret pero su música ya lo hizo y sin ser requisada.
Luego llegaron sets de puro vallenato al estilo del Binomio de Oro y de salsa en la onda de Guayacán y La Suprema Corte. El DJ conocía su público. Aquí sí hubo baile y tanto clientes como trabajadoras coreaban las canciones.
Así llegó el show. Vestidas de enfermeras y policías subieron al escenario Dayana, Lulú, Valentina, Angie y Viviana bajo el impulso de un remix electro que incluía temas de Daddy Yankee, Nicky Jam y Toxic Crew, es decir artistas reggaetoneros. Los títulos tenían suficiente carga semiótica para la ocasión: Nos fuimos hasta abajo, Voy a beber y Pepe (embálate).
Tras el aplauso, el animador recordó los precios de los servicios ofrecidos y continuó con el Disco Inferno del rapero 50 Cent.
Había que continuar el recorrido. La media noche ya había cerrado el telón hace mucho y el próximo local por visitar se ubicaba en el sector que popularmente se conoce como ‘todo norte’. Ahí, tras una requisa hecha por las propias chicas los cronistas entraron a un lugar dominado por la música electrónica y por la poca presencia de chicas o clientes.
Bajo ese ambiente el DJ mezclaba house, progressive, techno y algo de trance -aunque también cayó en cosas más comerciales como David Guetta-. Lo cierto es que el lugar estaba muerto.
Iris, una de las trabajadoras del sitio, confesó que a ella le gustaba la música de su tierra (República Dominicana), es decir, reggaetón y bachata. Sin embargo, trataba de mantenerse animada con el set del DJ. Ese no era el caso del resto de la escasa clientela. Poco a poco todos se marchaban y eventualmete llegó el turno de los melómanos. “Que la pasen bien”, dijo Iris mientras sonaba Wrecking Ball de Miley Cyrus.