Bucay es una apuesta al turismo de aventura
La finca El Cadeal expone un antiguo trapiche, donde los turistas pueden extraer el jugo de la caña de azúcar. Foto: Gabriel Proaño / EL COMERCIO
Una llovizna y una temperatura aproximada de 25° dan la bienvenida al cantón General Antonio Elizalde (Bucay). Esta localidad, de la provincia del Guayas, busca posicionarse como uno de los referentes del turismo de aventura en el país.
El bosque húmedo nublado del recinto La Esperanza Alta es uno de los sitios más visitados por los turistas. El trayecto hasta el lugar incluye carreteras asfaltadas, además de contacto directo con la flora y fauna de la localidad.
Para llegar a ese sector, se deben recorrer aproximadamente 9 kilómetros desde el centro de la cabecera cantonal, por la vía a Chillanes. Allí se encuentran cabañas y emprendimientos turísticos con hospedajes, que van desde los USD 8.
Una de las hosterías que oferta servicios es La Casa de Piedra. Este centro turístico cuenta con piscinas y habitaciones hasta para seis personas; también se puede realizar ‘camping’. Roberto Bustamante es su propietario y él oferta el canopy como atractivo.
Para esta actividad, la hostería cuenta con un circuito que cumple con 1 000 metros de recorrido, a un costo de USD 12 por persona. También se oferta un paquete turístico que incluye un recorrido por cinco cascadas en el cerro Piedra Blanca.
“En ese sector hay cerca de 40 cascadas y es casi imposible visitarlas todas en un día”, contó Bustamante. Él explicó que la localidad mejoró su promoción turística, gracias a la llegada del ferrocarril y al emprendimiento de los pequeños empresarios.
Para llegar a las cascadas, se debe subir por un camino pedregoso y con muchas curvas; por eso se recomienda subir con un guía. En la cabecera cantonal, existen operadoras que ofrecen el paseo en chivas, a un costo de USD 12.
Juan Pérez conduce una de las chivas y cuenta que los fines de semana reciben hasta 50 turistas, la mayoría de ellos llegan en el recorrido del ferrocarril. Su servicio incluye la visita a dos cascadas y el descenso por una de ellas (canyoning).
“Hacemos el descenso en una cascada de 30 metros, que es para principiantes”, contó Pérez. Quienes deciden abstenerse de realizar esta actividad extrema pueden bañarse en la segunda cascada, que es una caída de agua de aproximadamente 90 metros.
Al subir la montaña, hay cerca de 20 fincas en las que se puede almorzar. La oferta de comida incluye fritada, seco de gallina y empanadas de harina de trigo, cocinadas en hornos de leña.En esas fincas también se realiza agroturismo. Los propietarios hacen recorridos por los sembríos de caña dulce y los corrales ganaderos. La hacienda El Cadeal forma parte de estos emprendimientos, allí tienen un antiguo trapiche, para extraer el jugo de caña.
“El año pasado nos fuimos a las cataratas de Iguazú (Brasil), sin saber que acá en el país tenemos estas maravillas”, contó María Mercedes Torres. Ella viajó desde Loja con seis de sus familiares.
El rafting es otra alternativa para los turistas que llegan al sector. El recorrido por las aguas rápidas y pedregosas del río Chimbo dura aproximadamente 30 minutos. El costo es de USD 25 por persona.