Bonil: ‘Los ciudadanos tenemos que defendernos de las manifestaciones de intolerancia'

El caricaturista ecuatoriano Xavier Bonilla, 'Bonil'. Foto: Archivo / El Comercio.

El caricaturista ecuatoriano Xavier Bonilla, 'Bonil'. Foto: Archivo / El Comercio.

El caricaturista ecuatoriano Xavier Bonilla, 'Bonil' es el organizador del segundo encuentro 'Humor y tolerancia en la Mitad del Mundo'. Foto: Archivo / El Comercio.

‘Bonil’ (Xavier Bonilla) es el organizador del segundo encuentro ‘Humor y tolerancia en la Mitad del Mundo’, que se inicia hoy 16 de septiembre del 2015. Un evento que reunirá a 22 caricaturistas de ocho países para rescatar el encanto de este género, para debatir el tema de la tolerancia con jóvenes de colegios y universidades, y para que la sociedad quiteña conozca sobre la actualidad de este oficio.

¿Qué ha pasado con los caricaturistas después del ataque a Charlie Hebdo?

Después de los ataques a Charlie Hebdo han existido muchos viajes para rearmar filas y promover la tolerancia. Los caricaturistas y los ciudadanos en general tenemos que defendernos de las manifestaciones de intolerancia, de la generación de odio y de la división que son el germen de la destrucción de una sociedad.

Los caricaturistas hemos recuperado el coraje y la convicción de que tenemos que seguir dibujando para hermanarnos a través del humor. La caricatura y el humor son mecanismos poderosos de cohesión social. El humor une a la gente. Por eso tenemos que dibujar y dibujar y dibujar. El objetivo es crear más complicidad, no entorno a una manifestación de odio sino a una manifestación de humor.

¿Por qué el dibujo se volvió tan incómodo para el poder?

Cuando alguien llega al poder, su primer mandamiento es conservarlo, el segundo es conservarlo a toda costa. Por eso cualquier manifestación de cuestionamiento o de crítica le resulta incómoda. La caricatura y el humor en general no les gustan a los gobernantes y a los poderosos porque no les rinde pleitesía. El poder para mantenerse tiene que fomentar la obediencia, la pleitesía y la reverencia.

El humor deslustra ese brillo fatuo y falso que muchas veces los seres humanos creen tener cuando llegan a posiciones de poder de cualquier tipo, ejecutiva, política o familiar. Le temen porque la gente se ríe, y cuando la gente se ríe mira al rey desnudo.

¿La caricatura se transformó en una forma de educación alternativa?

El humorismo como disciplina mental y filosófica está muy cercano al escepticismo y al cuestionamiento permanente. Pero hay otro nivel que es el de la gracia, el dibujo gracioso que indudablemente puede servir para educar. El caricaturista mexicano Rius es uno de los que ha hecho libros con un ánimo más pedagógico y explicativo.

El tema central de este encuentro es la tolerancia, ¿cree que los quiteños somos tolerantes?

Creo que no mucho. Siempre va a ser una percepción muy subjetiva, pero hay espacios en donde los quiteños y el resto de ciudadanos del mundo son intolerantes. Uno de ellos es del tránsito vehicular, el otro es la gran autopista de Twitter y Facebook. En estos espacios, en muchas ocasiones, no hay debate y respeto sino agresión e insultos.

¿No cree que se debería hablar más de reconocimiento y menos de tolerancia?

Eso puede dar para una discusión semántica muy amplia. He escuchado a personas que prefieren hablar de aceptación y no de tolerancia porque aceptar -dicen- es asumir y tolerar es tener que tragar algo con un vaso de agua. Para mí, si las dos contribuyen a la convivencia pacífica pues bienvenido. No me preocupa tanto el nombre sino el resultado.

¿Cuáles son los límites que hay dentro de la caricatura en la actualidad?

Esa es una pregunta que no se debe dirigir a los caricaturistas porque los encargados de pensar en límites son los funcionarios. En la escuela el que pone el límite al estudiante travieso no es el chico sino el director. Durante un tiempo me comí el coco pensado en cuáles eran mis límites, luego me di cuenta de que nos estaban adiestrando a pensar en nuestros límites, cuando deberíamos pensar en educar a la gente con una mente más libre y más amplia, que nos permita incluso tolerar cualquier manifestación contraria a nosotros.

Dentro de este encuentro van a participar 22 caricaturistas de ocho países, ¿cuál es la situación de este oficio en otras latitudes?

Me llama mucho la atención el caso de Brasil, donde no existe una caricatura que refiera mucho al mundo de la política. Hay una producción muy grande y muy rica que refleja la vida social, privada y cotidiana de la gente.

En Nicaragua se ha vivido un espacio de restricciones y de acoso muy fuerte, eso lo contará el caricaturista Pedro Molina. En México la situación de riesgo va más allá de una sanción, a muchos dibujantes les ha tocado pagar con su vida. Darío Castillejos contará cómo en su país los periodistas y caricaturistas son puestos en peligro por la narcopolítica.

Estos testimonios no son parte de un concurso de moretones, pero sí un espacio para que la gente sepa que la libertad de expresión está en riesgo en distinto niveles.

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