Sandro Celi (armónica) y Jaime Guevara (guitarra) son dos grandes del género. Foto: Archivo EL COMERCIO
El blues también tiene su esencia ecuatoriana. Y esta no se configura exclusivamente por los estilos o la instrumentación que utiliza. Es la lírica -el contenido que transmiten sus canciones- la que ha configurado un universo musical construido desde el país.
Más de 40 años distan al presente de los orígenes del blues en Ecuador. A través de las canciones de autores como Héctor Napolitano y el gringo Jeff Frazier, este género fue captando sus primeros seguidores y consiguiendo que en sus letras, que seguían el patrón triste de la lírica blusera afroamericana, se narraran los capítulos de un “Ecuador doliente”, como dice el músico y académico Gonzalo Caiza.
Dentro del contexto sudamericano, el blues ecuatoriano ha aportado con una visión completamente renovadora del tema social. Caiza lo explica de esta manera: “Si en Chile o Argentina el blues nace como otra forma de denunciar el poder estatal, en Ecuador, aleja su mirada del gobierno para centrarse en la gente. Es este grupo el que debe estar en la canción, relegando al poder de turno casi al olvido por parte del músico”.
Héctor Napolitano, quien fue uno de los fundadores de este género musical en Quito, comenta que fue la introducción del bolero-blues en la escena local lo que ha permitido darle una esencia propia a esta estructura musical.
A razón del crítico Roberto Barreiros, este sería uno de los aportes decisivos para hablar de un blues con alma ecuatoriana. “Durante las década de los 70 y 80 ningún otro país vio una fusión de este tipo. Los músicos ecuatorianos fueron quienes rompieron con los esquemas”, señala Barreiros.
A pesar de que lugares como El Pobre Diablo o La Estación, en Quito, se han convertido en los últimos años en los escenarios predilectos para el intercambio entre bluseros, no fue sino con la aparición de los festivales que Ecuador nuevamente empezó a innovar en la escena sudamericana.
“Ciudades como Río de Janeiro y Buenos Aires veían más hacia el interior. Son los festivales como Quito Blues los que han permitido un intercambio más intenso con los músicos de Estados Unidos y Europa, principalmente”, dice Caiza.
Sin embargo, hay músicos escépticos en torno a la idea de que el Ecuador haya marcado un cambio a nivel regional. El guitarrista Juan Espinosa, especializado en música contemporánea, explica que el trabajo del argentino Pappo Napolitano fue mucho más decisivo en el momento de reformar el blues latinoamericano.
“En los 70, mientras en Ecuador se abría una escena para el blues, en Buenos Aires Pappo había creado una escuela que le permitió, incluso, ir a lugares como Los Ángeles, una década más tarde”.
Pero según la visión del productor musical Renato Zamora, Ecuador ha permanecido como uno de los referentes del blues sudamericano gracias a la calidad de sus bandas.
Músicos como Sandro Celi, Mauricio Noboa, Jorge Vergara, entre otros, han puesto el nombre del país a rodar en el extranjero gracias a altos estándares de calidad en su música, así como la venta de discos físicos y electrónicos. “Hay un género que ya no es emergente”, asegura Zamora sobre el blues.
Y lo hace teniendo en cuenta que la internacionalización de la música ecuatoriana es uno de los aportes principales en una Sudamérica donde el blues, siendo un género importado, ha logrado mantenerse vivo por más de medio siglo.
NO OLVIDE
El Festival Quito Blues 2014 se desarrollará este viernes (15:00-23:00) y sábado (14:00-22:00) en la Plaza Foch.
Los conciertos de esta tarde incluyen la participación de artistas y agrupaciones como Camaleón, Antonio Vergara Blues Band, Los Tigres del Chaulafán, Sandra Hall, entre otros.
El sábado, desde las 19:45, se realizará una jam de blues en el festival.