Rocío Cachimuel, de la Federación de Kichwas de la Sierra Norte, luce su báculo. Francisco Espinoza para EL COMERCIO
Las directivas de los denominados gobiernos comunitarios del país deben renovar a sus integrantes este mes. Estas organizaciones están reguladas por el Ministerio de Agricultura y Ganadería (Magap).
En la provincia de Imbabura están registradas 271 comunas, cuyos directivos deberán entregar el cargo a sus sucesores durante este mes, pues son elegidos en asambleas populares para un período de un año.
En las comunidades y organizaciones indígenas, la posesión de los presidentes va acompañada de la entrega de un bastón de mando, explica Rocío Cachimuel, presidenta de la Federación de los Pueblos Kichwas de la Sierra Norte (FICI).
Se trata de una vara de madera que simboliza el poder y la jerarquía de los líderes de los cabildos, la máxima organización administrativa de las parcialidades rurales.
En comunas como San Clemente, perteneciente al cantón Ibarra, el actual presidente, José Guzmán, mandó a confeccionar el bastón para su sucesor, con un mes de antelación.
Mientras que Luis Araque, líder de la comunidad de El Morlán, perteneciente al cantón Cotacachi, tiene listo el báculo que entregará al cabecilla de la nueva directiva.
Cachimuel relata que el cambio de mando en las localidades indígenas se realiza tras la lectura de un informe de labores del presidente saliente.
Luego se desarrolla la elección del sucesor el mismo día, mediante votación de los representantes de las familia de la respectiva localidad.
Los candidatos son seleccionados en el mismo momento entre los vecinos, tomando en cuenta su vida y trayectoria en apoyo al pueblo.
En todas las elecciones hay representantes del Magap, cuya misión es garantizar la transparencia en la nominación popular.
El historiador Amílcar Tapia comenta que el uso del bastón de mando no es nuevo entre los pueblos indígenas del país.
Asegura que es una tradición muy arraigada entre las nacionalidades especialmente de la región interandina, a excepción de Carchi.
Comenta que en la provincia fronteriza se prohibió el uso de este instrumento, a raíz de la elaboración de la Constitución de 1830, en un afán de eliminar las prácticas de pueblos vecinos como los indígenas Pasto, del Departamento de Nariño, Colombia, que mantienen hasta la actualidad este símbolo de poder.
Según Rocío Cachimuel, los pueblos de la Sierra y Amazonía del Ecuador acostumbran entregar los bastones a sus líderes principales.
Pero, explica, cada región tiene sus particularidades. Mientras en la Sierra, las varas que revisten de autoridad a los dirigentes miden generalmente un metro y son confeccionadas con maderas como aliso y cerotal, en la Amazonía los bastones miden hasta dos metros y son elaborados con madera de chonta.
Los diseños también han evolucionado. Antes, la mayoría de estos instrumentos tenía grabados una serpiente como muestra de poder y sabiduría, ahora tiene figuras que representan al sol, la luna y la cruz andina. También, se adornan con cintas multicolores.
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Tapia y Cachimuel coinciden en la necesidad de mantener la costumbre de entregar el bastón de mando como un elemento de poder, especialmente para que las nuevas generaciones conozcan y no desaparezca esta tradición milenaria.