Ocho de las 13 ballenas que quedaron varadas en una playa de la bahía Golden, en la Isla Sur de Nueva Zelanda, pudieron ser empujadas de nuevo al mar por guardabosques y voluntarios, pero otras cinco murieron en la arena.
Los primeros casos similares ocurrieron a finales de diciembre, cuando 10 de 40 especies varadas en la costa de Florida murieron. Únicamente en lo que va del 2014 se han registrado el varamiento de 44 cetáceos en Nueva Zelanda.
Estos hechos alarmaron a los investigadores, más aún cuando en las últimas horas se presentaron más hechos, incluso en las costas de Uruguay.
El sábado, en la playa de Carrasco, en Montevideo, se encontró una ballena austral de 16 metros de largo y más de una tonelada de peso. La Dirección Nacional de Recursos Acuáticos de ese país informó que aún se desconocen las causas de la muerte. Una de las hipótesis es que se debe a los trabajos de prospección sísmica que se hacen en la búsqueda de petróleo.
“Evidentemente perdió su ubicación y en vez de alejarse de la costa, se acercó. Llegó muerta”, dijo Alberto Ponce de León, director de mamíferos marinos de Uruguay.
Desde Quito, los científicos también intentan explicar por qué ocurren estos hechos. Pa ra el biólogo Guillermo Vallejo, director del grupo Conservación Marina, estos casos son cada vez más usuales. Australia, Sudáfrica, Nueva Zelanda y América del Sur son territorios que reciben cada año la noticia de la llegada de ballenas, buscando en los mes es menos fríos las a guas ideales para aparearse. “Allí, donde nace la vida de estos cetáceos, cientos de ellos también encuentran la muerte por los encallamientos masivos que ocurren en estas costas”.
El investigador ecuatoriano advierte que la extinción de distintos tipos de ballenas aumenta (piloto, franca austral y jorobadas). Esto, no solo por la caza indiscriminada, sino por los varamientos. “Antes sucedían en Australia y en Sudáfrica, pero desde hace pocas décadas se espera que en cualquier playa pueda ocurrir”.
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En Manabí también se han registrado ballenas varadas.
Durante el 2013 hubo 20 casos de cetáceos y delfines. “Aún estamos investigando las razones”, informó la bióloga Cristina Castro, quien estudia a estos animales en Manta. Los reportes han llegado desde Santa Elena y el Parque Nacional Machalilla.
Vallejo revisa estos casos y agrega que una de las razones de que no puedan volver al mar es porque “una ballena queda varada y las demás le siguen para estar con ella y acaba toda la manada encallada. No abandonan a otras que están en apuros, aunque eso signifique la muerte del grupo”.
En otras ocasiones el encallamiento ocurre por la contaminación del mar. Los desperdicios y sustancias químicas ocasionan que se confundan. “Si están débiles por intoxicación es más fácil que se pierdan”, según el biólogo nacional.
Otro de los indicios es que los radares que operan cerca al mar emiten señales que las ballenas siguen erróneamente, razón por la cual se pierden.
E l tráfico marítimo también influye en el cambio de sus rutas. “La mayor cantidad de casos se debe a acciones del ser humano”, agregó Vallejo.
Datos de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), entidad asociada a la WWF (una de las organizaciones de conservación de la naturaleza en el mundo) indica que entre diciembre del 2009 y enero del 2010, alrededor de 60 “ballenas piloto” murieron en Nueva Zelanda. Mientras los equipos de rescate permanecen en alerta ante el riesgo de que las especies liberadas regresen a la costa y queden de nuevo atrapadas, los guardabosques y voluntarios “han formado una cadena humana para impulsarlas fuera de las costas”.
Los 13 cetáceos varados en la bahía Golden eran parte de un grupo de 60 avistadas el martes, cerca de Farewell Spit, donde a inicios de enero otros 39 murieron por no poder regresar a las aguas.
Datos:
- 44 muertes de ballenas piloto se registran en lo que va del 2014.
- 20 VARAMIENTOS de estos mamíferos se evidenciaron en Ecuador en el 2013.