En un museo de Azogues se atesora legado de los cañaris

El Museo Édgar Palomeque conserva piezas arqueológicas y etnográficas de Cañar. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

El Museo Édgar Palomeque conserva piezas arqueológicas y etnográficas de Cañar. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

El Museo Édgar Palomeque conserva piezas arqueológicas y etnográficas de Cañar. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

La reserva arqueológica del Museo de Etnografía y Arqueología Regional Édgar Palomeque Vivar de la Casa de la Cultura de Cañar cuenta con1 902 piezas entre cañaris e incas. De estas, cerca de 300 son exhibidas en una de las salas.

El área de arqueología está enfocada en resaltar y mostrar el patrimonio material de la cultura cañari. Por ello, los funcionarios de la Casa de la Cultura hicieron una recopilación de las piezas más representativas de los períodos cañaris denominados como Narrio, Cashaloma y Tacalshapa.

Las 300 piezas que están en exposición fueron elaboradas en cerámica, concha, hueso, metalurgia y piedra tallada y otros materiales. “Queremos mostrar las diferentes técnicas que empleaban los cañaris”, dice Olga Romero, responsable del área de Museos de la Casa de la Cultura de Cañar.

Este espacio cultural fue creado en 1986. Empezó con la sala de arqueología regional y una década después se incorporó el área de etnografía. Posteriormente, se abrió una sala de saberes ancestrales.

En el espacio dedicado a la etnografía, dice Romero, buscan mostrar la continuidad y la presencia de los cañaris hasta la actualidad, así como el aporte de los campesinos.

El área de etnografía está dividida en dos espacios. El primera está enfocado a los cañaris y allí exhiben sus vestimentas, tradiciones, costumbres, tejidos, vivencias, cosmovisión religiosa, montes sagrados, fiestas como el Taita Carnaval y Corpus Cristi e instrumentos como el bombo, redoblante, la bocina, entre otros.

Además, se recreó una choza con los principales elementos como un indígena laborando en un telar de mano, que es una técnica que aún perdura.

La segunda área de etnografía está dedicada a la campesina, que es la Chola Azogueña. Allí, se representaron sus costumbres, un local para arreglar su tradicional sombrero de paja toquilla, su vivienda y su vestimenta típica. Además, las artesanías como la talabartería, tejido de la paja toquilla y la picapiedrería de Rumiurco.

En total son 400 piezas etnográficas vinculadas a esta etnia, asegura Romero.

El tercer ambiente de este museo es la denominada sala de saberes ancestrales. En ese lugar se recrea la curación del espanto en los mercados y se resalta la importancia de las plantas, que se utilizan para la medicina natural.

Además, se expone cómo se usaron estas prácticas en los diferentes períodos desde Colonia hasta la actualidad con las curanderas. En total son más de 350 metros cuadrados de exposición.
Romero dice que los principales visitantes son estudiantes de colegios, que buscan conocer el pasado de Cañar.

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