El arte ecuatoriano tuvo su espacio en los anaqueles del país

En una breve revisión, cerca de una decena de libros propusieron nuevas miradas sobre las prácticas artísticas.

En una breve revisión, cerca de una decena de libros propusieron nuevas miradas sobre las prácticas artísticas.

En una breve revisión, cerca de una decena de libros propusieron nuevas miradas sobre las prácticas artísticas.

El 2014 deja un saldo positivo en materia artística. Y con esto, no solo se hace referencia a destacadas exposiciones realizadas en el país (mencionar unas pocas parecería un error). También está la vasta edición de libros en los que se ha plasmado la historia del arte nacional, sea este precolombino, colonial e, inclusive, contemporáneo.

Uno de los primeros textos que llegó a los lectores en
este 2014 fue ‘Pablo Cardoso. Teoría para actuar antes de tiempo’, un libro en que rescata la trayectoria del artista cuencano. Editado por el Centro de Arte Contemporáneo (CAC), en sus páginas se pueden encontrar los elementos que han caracterizado a la propuesta de Cardoso en los últimos 30 años. La publicación salió como uno de los productos del rediseño del Premio Mariano Aguilera.

Dentro de la línea antológica, tres publicaciones rescatan de buena manera la historia y la actualidad de las prácticas artísticas locales. Una es ‘Alma Mía’, que en 303 páginas cuenta cómo se realizó uno de los proyectos curatoriales más ambiciosos de los últimos años en el país: el arte moderno ecuatoriano entre 1900 y 1930. Esta es una suerte de mapa que permite encontrar las pistas y puntos en común entre los diversos momentos de la modernidad en el país.

Junto a ‘Alma Mía’, también se destaca ‘Erotopías’, catálogo de la muestra homónima montada en el Museo Pumapungo. Este plantea una mirada panorámica del tratamiento del erotismo en los objetos artísticos precolombinos y hasta los contemporáneos. Aquí, lo enriquecedor es la pluralidad de imágenes y voces que van definiendo este tema a través de estudios (muchos de estos comparativos).

En tercer lugar está ‘Ir para volver’, que reúne las obras expuestas durante la XII edición de la Bienal Internacional de Cuenca. Este es muy puntual en su diseño: importa el registro fotográfico de las piezas artísticas antes que explicaciones teóricas de las mismas.

El 2014 ha sido, igualmente, un año para conocer de cerca la obra de artistas destacados que viven en el país, o que han llevado sus propuestas a regiones más allá de los Andes. Entre estos vale recordar al músico y compositor Mesías Maiguashca, de quien se publicó ‘Mesías Maiguashca. Los sonidos posibles’.

El texto nace en respuesta a los procesos curatoriales sostenidos en una muestra homónima montada en el CAC un año atrás. Pero para complementarla, el libro recogió composiciones y material fotográfico que no fue exhibido en los salones de la institución quiteña.

Bajo el mismo criterio, a finales de año fue presentado ‘Soles de Peter Mussfeldt: Viaje al círculo de fuego’, editado por La Caracola Editores. La novedad de este fue que la revisión crítica de la obra del diseñador y artista alemán la realizó el escritor Leonardo Valencia. Sus comentarios volvieron al texto una combinación única de arte y literatura de alto nivel.

Otro de los textos destacados del año es ‘Mecánica Popular’, en la que se recogen los trabajos que Miguel Alvear ha desarrollado por más de dos decenios de vida profesional. Aquí se puede conocer su paso por el cine, así como su incursión en la fotografía, ámbito gracias al cual se ha situado entre los mejores exponentes detrás de las cámaras.

Finalmente, hace un en noviembre fue presentado al público el libro ‘Espejos con memoria’, en el que importantes críticos locales y extranjeros revisan la obra del artista ecuatoriano Tomás Ochoa.

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