Henry Pico es uno de los funcionarios que trabajan en el Archivo Histórico de Ibarra. Foto: Washington Benalcázar/ EL COMERCIO
Varias filas de papeles amarillentos, colocadas desde el piso hasta el techo, ubicadas aproximadamente a seis metros de altura, guardan el pasado del norte del Ecuador y del sur de Colombia. “Aquí hay verdaderos tesoros”, comenta la investigadora colombiana Alcira Dueñas, refiriéndose al material recopilado en los salones del Archivo Histórico de Ibarra.
Esta institución, que fue transferida del Banco Central del Ecuador al Ministerio de Cultura y Patrimonio (MCyP), custodia documentos que datan desde el año 1 549. Quizá uno de los materiales de mayor valía es la historia en torno al arribo de los esclavos africanos al Puerto de Cartagena, en la actual Colombia, y que eran distribuidos en los virreinatos de Quito y Lima.
Los informes impregnados sobre un papel elaborado con fibra textil fueron escritos a mano en castellano antiguo. Todo ese material está a disposición del público desde agosto, cuando se reabrió este lugar tras permanecer cerrado un año.
Aquí llegan investigadores, estudiantes y ciudadanos que tienen interés en el pasado, explica Henry Pico, responsable del Archivo. Él, al igual que las personas que escudriñan los libros, usa una máscara y guantes. Eso le sirve para protegerse de hongos y bacterias que podría haber en los textos.
Una de los historiadores es Dueñas, quien indagaba sobre el rol de los pueblos indígenas de la zona andina en las cortes judiciales de las Reales Audiencias de Quito, Lima y Charcas. “Esta información será utilizada en un libro que escribiré sobre cómo los indígenas litigaban en las cortes y cuáles eran sus conocimientos de las leyes españolas, por solicitud de la Universidad del Estado de Ohio, en donde trabajo”, dice.
Lo que más le llamó la atención es que los nativos podían defenderse con voz propia en una corte. Entre los manuscritos se encontró, por ejemplo, un juicio que planteó Pablo Ango por problemas de propiedad de un terreno, en 1604.
Jorge Isaac Cazorla, que fue el primer encargado de este Archivo Histórico, rememora que entre los textos encontró el denominado libro amarillo. En ese volumen está la petición y permiso que hicieron los legionarios españoles a los reyes de España para fundar la Villa de San Miguel de Ibarra. Este material está escrito en castellano arcaico y lo tradujo al castellano moderno.
Lo especial es que casi todo el Archivo está escrito con letras encadenadas. “Sucede que los conquistadores con formación académica que llegaron al actual Ecuador se quedaban en Quito. Mientras que a las villas vecinas, como Ibarra, llegaban las personas que sabían leer y escribir”, dice Cazorla.
Él asegura que incluso tuvo que hacer un abecedario y una manual para interpretar esas frases llenas de palabras ahora desconocidas. “La paleografía ibarreña es muy distinta de la Quito”, explica.
El Archivo Histórico está guardado en tres salas de una casona en el edificio del ex-Banco Central, junto al antiguo Teatro Municipal de esta institución.
Para Dueñas, este es un sitio acogedor. Ella tiene experiencia en archivos de Quito, Colombia y Perú. Dueñas y Pico coinciden que el Archivo General de Indias, en Sevilla, España, es el más importante. Ahí, hay documentación colonial de más de 300 años de historia de las colonias que tuvo en América y Filipinas.
A razón de Estelina Quinatoa, subsecretaria técnica de Memoria Social del MCyP, el Archivo Histórico de Ibarra es el más importante del país. “Aquí están documentos originales a partir del año 1549”, es decir, antes de la formación del Ecuador. Para la funcionaria, la apertura de estos espacios permitirá rescatar, conservar, catalogar y poner a disposición el patrimonio documental nacional.