Como transportarse del presente al pasado. Esa es la sensación que se produce en los visitantes que recorren La Casa de las Antigüedades, ubicado en la parroquia de San Antonio de Ibarra, provincial de Imbabura, en el norte de Ecuador.
Los muebles de madera, los cuadros de óleo, los utensilios de bronce, las vajillas de porcelana y las herramientas metálicas carcomidas por el óxido, entre otros, adornan las habitaciones y pasillos en dos de las tres plantas de este inmueble, considerado un paraíso por los anticuarios y turistas.
Todo empezó hace 18 años, rememora Marcia Ortega, propietaria del local. Comenta que en realidad es la vivienda de su familia convertida en una inmensa galería de piezas llenas de historia. Quizá la mayor del norte del país. Ahí es posible encontrar desde curioso adornos, como la figura de una mujer vestida con un traje rosado que baila al interior de una botella. Es una pieza única que se acciona a cuerda.
También hay puertas de seis metros de alto por cuatro de ancho, que alguna vez aseguraron las iglesias y los conventos. La fachada de los portones tiene tallados que representan escenas bíblicas. Además hay planchas a carbón, tanques lecheros, radios con caparazones de madera, que alguna vez fueron una de las últimas maravillas traídas de Europa y Estados Unidos.
Sobresale una estufa de hierro fundido, fabricada en Alemania, que como la mayoría de artículos funciona a la perfección.
Es que La Casa de las Antigüedades no solo es un almacén. También es un taller en donde expertos restauradores reparan pinturas, muebles, hierros…
También hay armarios, cómodas y mesas, con cajones secretos, que fueron construidos hace más de un siglo. Resaltan las pailas y las campanas brillosas de bronce, los jarrones de cobre y las cucharas y tenedores de plata.
La mayoría de piezas han sido adquiridas en casas, haciendas y conventos de Imbabura. Muchas de ellas, tras una ‘mano de gato’, cautivan a las personas que llegan hasta este lugar, que parece un inmenso museo.
Para turistas como Carina Andrade, que llegó desde Quito, es un lugar único. Inclusive le parecen mágicos los retratos y las fotografías de épocas gloriosas del país, que parecen trasladarla al pasado.
A pesar que La Casa de las Antigüedades tiene 18 años de fundación era casi desconocida para muchos. Sin embargo, abrió sus puertas, como un homenaje por las fiestas por los 408 años de fundación de San Miguel de Ibarra, capital de Imbabura. Según Rocio Erazo, gestora cultural Llacta, organizaron conjuntamente con la propietaria de esta tienda, la exposición como una estrategia comercial, que ha dado buenos resultados.
Marcia Ortega asegura que muchas piezas son únicas. Recuerda, por ejemplo, una máquina lavadora de madera que funcionaba a manivela. Solo ha visto una que la vendió hace una década. Hace pocas semanas también se desprendió de un baúl de madera, que llevaba la firma de Jacinto Jijón y Caamaño. Este equipaje junto a bombas antiguas de fumigar y tanques de leche fueron a decorar una mansiones de Guayaquil, el puerto principal del país. Otros un hotel de la ciudad de Cuenca, situada en el sur de Cuenca.
Las casullas antiguas, como se denomina a la vestidura que usan los sacerdotes para celebrar misa, bordadas a mano con hilos de plata y de oro también están entre los productos más buscados. Varias han salido desde este lugar para ornamentar hosterías de Otavalo, Cotacachi e Ibarra.
En medio de todos los salones de esta singular mansión hay una habitación con productos que no están la venta. Ahí hay una añeja mesa de madera, una colección de planchas de hierro, espadas, cuadros y la botella en donde la bailarina baila eternamente. Es el corazón de La Casa de las Antigüedades, en donde la propietaria y sus clientes realiza los negocios.
Los visitantes pueden adquirir desde USD 2 billetes de sucres, la moneda que se usaban hasta antes del 2000, hasta puertas gigantes de templos, que bordean los 4 000. Pero aquí no solo se venden los productos antiguos. También se compra o se acoge a comisión.
El local está abierto de lunes a domingo, de 09:00 a 21:00. Los interesados que deseen escarbar entre los tesoros que guarda este lugar pueden hacerlo visitando la casona, situada en la vía Panamericana, en San Antonio de Ibarra, entre la calle 27 de Noviembre y Av. Sucre, frente al semáforo.