El arte pensado desde el extremo sur del planeta

Foto del performance ‘La línea’ realizado por Rosa Jijón durante su residencia en la Antártica.

Foto del performance ‘La línea’ realizado por Rosa Jijón durante su residencia en la Antártica.

Foto del performance ‘La línea’ realizado por Rosa Jijón durante su residencia en la Antártida. Foto: Archivo

Dos años han pasado desde que Rosa Jijón y Paúl Rosero viajaron a la Antártida como parte del proyecto Artea, una residencia artística que planteó una estadía en el Polo Sur entre enero y marzo del 2013 junto a los miembros del Instituto Antártico Ecuatoriano.

Y a pesar de que 24 meses los separan de las primeras impresiones que tuvieron del blanco extremo y del silencio perpetuo de este lugar, en sus mentes aún se elaboran diálogos y construyen ideas sobre qué trabajar, desde el arte, cuando se encara a esta realidad.

En el marco del Día Ecuatoriano en la Antártica, que se celebra cada 3 de enero, los artistas rememoran sus experiencias en el extremo sur del planeta. Y en su horizonte, siempre está de por medio la misma interrogante: los planteamientos posteriores.

Para ambos, la Antártida no solo constituye un espacio exclusivo para las ciencias. Desde el arte, tanto Jijón como Rosero afirman haber experimentado una deconstrucción en torno al color y al sonido. Para ella, el blanco es dos realidades en una sola: color inexistente o la existencia de todos los colores. Mientras que él comprende a este como el lugar donde el cuerpo apre(he)nde nuevos códigos sonoros, regidos todos por el parámetro del silencio absoluto.

Pero hay más. Y es que lo particular de la vida en la Antártida es que aquí se logra relativizar conceptos de toda índole. “El blanco por lo tanto no es solo un color, es un estado de ánimo, es una posibilidad, es una utopía, es un destino”, es uno de los pensamientos que escribe Jijón por medio de una entrevista vía electrónica. Rosero, en cambio por Skype, cuenta que este lugar “al ser completamente distintas las experiencias en torno al tiempo y al espacio, allí se da una intensa exploración fenomenológica a través del sonido. En la ciudad sabes cuando se acerca un auto; pero ahí, en medio del silencio, la sonoridad es un parámetro completamente distinto”.

Como parte de su residencia en Artea, ellos elaboraron, hasta el momento, dos proyectos artísticos. El de Jijón se titula ‘18 días en la Antártida’, en el cual desarrolla, gracias a performances en medio de paisajes congelados y, además, registros fotográficos, una lectura sobre el hielo; pero este no como simple agua convertida en un cuerpo sólido. Más bien lo ve como el repositorio de un nuevo imaginario sobre el blanco y sus impacto dentro de psique.

Rosero con ‘From light to light’ presenta, por lo menos, dos ideas claras sobre su paso por la Antártida. En una trabaja, a través de fotografías, los nuevos horizontes en los que el humano descubre su naturaleza como explorador. En la otra centra su atención al sonido del silencio.

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