Piden turismo respetuoso con los animales en Tailandia

La mayoría de los millones de turistas que viajan cada año a Tailandia sigue visitando lugares polémicos. Foto: AFP.

La mayoría de los millones de turistas que viajan cada año a Tailandia sigue visitando lugares polémicos. Foto: AFP.

Las peleas de animales son moneda corriente en Tailandia. Monos, gallos, serpientes e incluso insectos protagonizan veladas en las que los tailandeses hacen apuestas. Foto: AFP.

Enfundados en unos guantes, los orangutanes luchan en un ring de Bangkok ante la mirada de los turistas, aficionados también a los paseos a lomos de elefantes. Pero cada vez más gente pide un turismo respetuoso con los animales.

Cada mañana, los turistas, mayoritariamente asiáticos, asisten a uno de los espectáculos estrella de Safari world, un zoológico cercano a Bangkok. Con sus pantalones cortos de combate, son una caricatura de los humanos. Su programa consiste en combates de boxeo, sexo y alcohol.

“¡Es una de las cosas más graciosas que he visto! Es increíble lo que pueden hacer”, comenta entusiasmada Aisha, una turista de Sri Lanka de 23 años. Las hembras, con sus minifaldas y sus biquinis, coquetean con monos músicos. El árbitro humano es un bufón y, alrededor del ring, los monos que hacen de aficionados se beben unas cervezas.

Véronique Servais, antropóloga de la universidad de Lieja, en Bélgica, explica este fenómeno en algunos países como Tailandia como una continuación de lo que se hacía en los circos europeos en el siglo XIX. En Europa también “se exponían los monos bebiendo té y eso gustaba mucho”, cuenta.

Algunos de los turistas de Safari World quedan decepcionados con este espectáculo recomendado en las guías de viaje. “¡No entiendo qué interés tiene adiestrar a los animales para que sean violentos y sucios!”, critica Erwin Newton, una estadounidense de 30 años.

La mayoría de los millones de turistas que viajan cada año a Tailandia sigue visitando lugares polémicos. Foto: AFP.

 Ley de protección:

Las peleas de animales son moneda corriente en Tailandia. Monos, gallos, serpientes e incluso insectos protagonizan veladas en las que los tailandeses hacen apuestas.

Varias asociaciones pequeñas de defensa de los animales locales consiguieron la adopción de una ley de protección de los animales en 2014, un adelanto en un país conocido por el tráfico ilegal de animales, sobre todo de marfil.

Las agencias de viajes constatan una evolución en las demandas de sus clientes: cada vez hay más interesados en nuevas atracciones turísticas cuidadosas con el bienestar de los animales. “Confío en el hecho de que pronto quedará sólo un turismo respetuoso con los animales”, asegura Chi Lo, de la asociación PATA, que reagrupa a grupos turísticos en Asia.

La mayoría de los millones de turistas que viajan cada año a Tailandia sigue visitando lugares polémicos, como el templo del Tigre de Bangkok, donde se sacan fotografías con tigres que según los defensores de los animales están drogados.

También hay campamentos de elefantes encadenados que pasan sus días transportando a turistas. “Trabajan todos los días, todos los meses, los 365 días del año”, acusa Edwin Wiek.

“Si usted tuviera que hacer lo mismo, estaría estresado. Lo mismo pasa con los elefantes. En un momento dado se vuelven locos y ya no se les puede controlar”, insiste este defensor de los animales. Hace unos días, en uno de estos campamentos, un elefante mató a su guía durante un paseo y luego se dio a la fuga con tres turistas en su lomo.

Otros, como 'Elephant nature park' (norte) , proponen una alternativa para pasar el día con los paquidermos. Aquí los turistas los alimentan, curan y aprenden a montar en ellos para bañarlos sin herirlos. Y el Boon Lott's Elephant sanctuary (centro) incluso propone observarlos en plena naturaleza.

“Es bueno para los elefantes y para los humanos porque ya no se trata de que el hombre los alimente o bañe. Sino de elefantes que actúan naturalmente", explica Carol Buckley, fundadora de la asociación Elephant aid international.

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