Ambato cuenta con su propia ‘Plaza de Ponchos’

Rosa Cumbaquin vende las típicas vestimentas de las comunidades de Cayambe.

Rosa Cumbaquin vende las típicas vestimentas de las comunidades de Cayambe.

Rosa Cumbaquin vende las típicas vestimentas de las comunidades de Cayambe. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

Las artesanías y los tejidos elaborados en la Sierra norte se comercializan también en el Centro Comercial Ferroviario, en el centro de Ambato. Hasta allí, un grupo de indígenas trae de sus tierras la colorida mercadería desde los talleres de Otavalo y Cayambe.

Los abrigos, bufandas, ponchos, chalinas, blusas y faldas son envueltos en fundas plásticas y posteriormente ubicados en costales de yute o grandes maletas. Los compradores son a menudo comerciantes, chagras, indígenas y bailarines de grupos folclóricos de las provincias andinas de Cotopaxi, Chimborazo, Tungurahua y Bolívar.

La feria se desarrolla cada lunes de 04:00 a 13:00. Los 60 vendedores de las asociaciones Otavalo, Independiente y pequeños comerciantes adecúan sus puestos de venta desde la madrugada. Un grupo de estibadores del pueblo Kisapincha se encarga de trasladar los bultos con la mercadería hasta los diferentes rincones.

Luis Lema, junto con su esposa Estela y su hijo, salen la noche de cada domingo desde Otavalo con dirección a la capital de Tungurahua. La familia indígena realiza estos viajes desde 1987 en una furgoneta.

Según el hombre de contextura gruesa, la mayoría de sus compradores son mujeres indígenas de los pueblos Chibuleo, Kisapincha y Tomabela. Él vende, por ejemplo, pañolones (pañuelos grandes) que se utilizan como rebozo por las indígenas de Kisapincha. Cuestan USD 35 pero el valor varía si llevan más de una docena.

“Los pañolones o chalinas que vendemos aquí también se ponen las campesinas de Bolívar y Chimborazo. Hay varios vendedores que llegan de toda la Sierra para adquirir nuestra mercadería”, indica Lema.

La feria en el Centro Comercial Ferroviario dura alrededor de 12 horas. La mayoría de los comerciantes ubica sus textiles y artesanías en el suelo o en improvisadas mesas con tablas de madera y fierros.

Mercedes Maleza, de 56 años, los ubica en fundas plásticas para evitar que se mojen cuando llueve. Viste un anaco negro, bayeta, rebozo y blusa de color blanca bordada que es tradicional en las comunidades del norte del país. Sus manos muestran los tejidos de colores blanco, negro, rojo, verde y azul a los compradores.

Las chalinas y chales son elaborados por su esposo Manuel Lema en un taller de su propiedad ubicado en la comunidad de Peguche (Imbabura). También confeccionan llaveros con muñecos que representan a los otavaleños. Son pequeñas figuras que portan entre sus manos un rondador, una quena y un tambor. Mientras que las mujeres tienen un guagua que cargan en sus espaldas.

Maleza cuenta que desde que se casó, hace 31 años, vende sus productos los sábados y miércoles en el Mercado Centenario, mejor conocido como la Plaza de los Ponchos. Este espacio es uno de los atractivos turísticos más visitados en Imbabura y está ubicado en el centro de Otavalo. Allí se vende una amplia oferta en tejidos bordados a mano, prendas de vestir típicas de la zona, abrigos y todo tipo de artesanías. Mientras que los lunes lo hace en Ambato. “Siempre vengo acá sola porque mis hijos estudian y mi marido trabaja en el taller”, dice Maleza.

Pero las ventas de prendas tradicionales entre comuneros indígenas no siempre se concretan en español. Es común que algunos vendedores cierren sus negocios en kichwa, incluso, para solicitar una rebaja de precios.

Juan Manobanda es un comerciante del pueblo Chibuleo que acude frecuentemente a la feria de El Ferroviario para adquirir ponchos. “La lana con la que elaboran estos ponchos es un poquito más gruesa. Los compañeros del norte traen cosas buenas para ponerse”, dice Manobanda.

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