El taxista es una figura que le interesaba a Cueto porque además de conocer a fondo la ciudad, alterna con personajes tan diferentes e inesperados. Foto: Alexander García/ ELCOMERCIO
El bien es deseable en la realidad, pero en sentido literario es improductivo, ineficaz e ineficiente, según el escritor peruano Alonso Cueto, quien cree que las guerras, las rebeliones y las dictaduras, son la ocasión para que las personas muestren lo mejor y lo peor de sí mismas.
“El conflicto crea el relato. El mal es la madre de todas las historias”, indicó el autor la noche del jueves 13 de agosto en un encuentro con el público en la Feria Internacional del Libro de Guayaquil, que concluye este sábado en el Centro de Convenciones.
“Las situaciones inesperadas y conflictivas sirven para ponernos a prueba. Cuando estamos amenazados, en peligro, ahí es cuando sabemos quienes somos realmente”, agregó Cueto, quien dijo que los conflictos de Latinoamérica convierten a la región en un lugar fértil para las novelas.
El autor de ‘La hora azul’ (Premio Herralde 2005) promociona su más reciente libro ‘La pasajera‘ (2015), una novela corta que cuenta la historia de Arturo, un exmilitar que luchó en la guerra contra el movimiento insurgente Sendero Luminoso, que después del conflicto deviene en taxista en la ciudad de Lima. Un día recoge como pasajera a Delia cuya violación y tortura él dirigió en un cuartel en las afueras de Ayacucho.
“La mujer no lo reconoce, él la reconoce a ella. La deja en el lugar donde le ha pedido, pero se siente tan arrepentido, tan triste…”, contó el escritor. Una serie de personajes secundarios irrumpen en el relato a medida que se suben y bajan del taxi.
‘La pasajera’ (Seix Barral, Planeta) conecta con el mal, con los personajes puestos al límite y con la propia ‘La hora azul’ porque toma como contexto a la guerra, con un personaje que quiere redimirse y una mujer como víctima. Aunque son novelas “muy diferentes” según el autor que dijo que escribe para leerse a sí mismo, antes que a nadie, en un proceso “penoso y agotador”.
“Todos tenemos culpas no resueltas, y ‘La pasajera’ es un poco la historia de este personaje que va en busca de una redención”, le indicó Cueto a EL COMERCIO. Los otros temas que trata son la importancia del azar en nuestras vidas y los taxis como “confesionarios ambulantes”, en los que la gente se revela.
“Uno toma un taxi y conversa con el chófer, muchas veces el conductor te cuenta su vida privada, su vida sexual incluso. Y es como si dos personas que saben que nunca se van a volver a ver, por esa misma razón son capaces de revelar su intimidad”, dice.
El taxista es una figura que le interesaba a Cueto porque además de conocer a fondo la ciudad, alterna con personajes tan diferentes, inesperados e impredecibles que también puede resultar siendo un gran “conocedor del alma humana”.