La alegría del clown llegó a un albergue de Manta luego del terremoto

Grupos de clown hospitalarios de Manta y santo Domingo realizan actividades ludicas para los ninos del albergue.Foto: Patricio Teran A / EL COMERCIO

Grupos de clown hospitalarios de Manta y santo Domingo realizan actividades ludicas para los ninos del albergue.Foto: Patricio Teran A / EL COMERCIO

Grupos de clown hospitalarios de Manta y Santo Domingo realizan actividades lúdicas para los niños y niñas del albergue de Tohalli. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO

Decenas de globos largos transformados en sombreros y animales llenaron de color el espacio para actividades lúdicas que se adecuó en el albergue de Tohalli, ubicado en el sector de Jocay, en la costera localidad de Manta.

Mientras las madres de familia esperaban que sus hijos bailen y jueguen junto a 15 hombres y mujeres vestidos con mandiles blancos y narices rojas, la música animaba a un pequeño grupo de niños que formaron un círculo junto a los integrantes del grupo Clown de Manta.

La intención de esa fugaz visita, que se dio el 22 de mayo del 2016, según Jenifer Olvera, coordinadora de esta agrupación, es aplicar la terapia de la sonrisa que la utilizan como la mejor medicina para dar alegría a los demás. Generalmente, agrega Olvera, ellos saben cómo manejar grupos de niños pero sobre todo en hospitales.

Por ello, decidieron llevar esta opción al albergue más grande de Manta."Sabemos que una sonrisa lo cura todo, esa es nuestra filosofía", cuenta Olvera. Para completar sus cantos y juegos trajeron también juguetes y otros elementos para distraer a los niños "que todavía están un poco nerviosos", según afirma.

Como parte de su visita también entregaron refrigerios y medicinas básicas para algunos niños, que fueron autorizadas por el Ministerio de Salud.

Aunque esperaron encontrarse con niños que no quieran jugar o se resistían a realizas las actividades, aseguran que han recibido muchas sonrisas. Pero la parte más dura es la despedida.

Para Carlos Luis Vásquez, otro de los integrantes fundadores de los clown, lo más duro de estos números son las preguntas de algunos niños que quieren saber cuándo van a volver. "Nosotros intentamos transmitir esa sensación de estar bien, aunque no siempre nos encontramos con sonrisas". Además después, dice, nos piden que no nos vayamos.

 Mientras conversaba, un grupo de niños le pedía que le dejen como recuerdo su sombrero de payaso o su corbata vistosa. Tito de 8 años, uno de ellos, le insistía en que no se vaya mientras se colgaba de su brazo.

Lo importante de estas visitas es irradear alegría, dice entre risas Lorena Cáceres, otra integrante del Club Clown pero de Santo Domingo de los Tsáchilas. Ella junto a tres compañeros llegaron a este albergue desde la tierra tsáchila para difundir su filosofía entre los damnificados por el terremoto del pasado 16 de abril.

Como acostumbran trabajar más con los niños que están enfermos, vinieron con la creencia de que "el hospital más grande es el mundo entero".

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