En la comuna de Puerto López se pueden visitar un museo arqueológico, una excavación y una laguna de agua medicinal. Foto: Mario Faustos/EL COMERCIO
En el corazón del Parque Nacional Machalilla, en el sur de la provincia de Manabí, se desarrolla un proyecto de turismo comunitario que permite al visitante un acercamiento a la cultura manteña.
En ese territorio, los manteños dejaron profusos vestigios de su larga presencia. Las 79 familias de la comuna Agua Blanca intentan preservar esa historia, a través del turismo comunitario.
El caserío se ubica a 12 kilómetros del balneario de Puerto López, en la costa sur manabita. Para llegar a la comuna hay que internarse cinco kilómetros desde la carretera que conecta Puerto López con Puerto Cayo, en la Ruta del Spondylus.
La apacible comunidad se extiende a lo largo del río Buenavista, afluente que nace de la cordillera Chongón Colonche. Los pobladores empezaron a recibir visitantes hace 30 años, cuando se abrió un museo arqueológico administrado por ellos.
José Tumbaco, uno de los 24 guías comunitarios, explica al visitante en alrededor de 30 minutos de recorrido las particularidades del pueblo manteño, plasmadas en vasijas, urnas funerarias, morteros de piedra usados para moler maíz o sellos utilizados para tatuarse la piel.
“La cultura manteña se desarrolló entre los años 800 y 1 532 después de Cristo, y pobló toda esta zona”, les detalla a los turistas. El museo guarda además compoteras para fermentar la chicha de maíz, piezas cerámicas y conchas modificadas como instrumentos musicales; trozos de textiles tejidos con algodón recolectado de los ceibos; y figurillas que representan la flora y fauna de la región.
Agua Blanca ofrece al turista un recorrido de 2 kilómetros a través de rutas a lo largo del río o por áreas para el avistamiento de aves y para acampar. La entrada tiene un costo de USD 5, y 2,50 para niños.
La comuna es visitada por un promedio de 1 600 turistas al mes, el 40% de ellos extranjeros. Los visitantes pueden apreciar, a 200 metros del museo, una excavación con tres urnas funerarias de barro. El emplazamiento arqueológico fue descubierto hace 20 años, a 50 metros del cauce del río.
Leopoldo Ventura, otro de los guías, les cuenta a los visitantes que el terremoto del 16 de abril afectó las vasijas. Una pared que quedó de la excavación cedió, y cayó sobre los objetos y los resquebrajó.
El recorrido no termina allí. Cruzando el río se observa lo que los arqueólogos consideran pudo haber sido la morada de una familia manteña. El espacio rectangular de 6 por 18 metros empezó a excavarse en octubre pasado, para determinar cómo vivían los antiguos pobladores. Las excavaciones están a cargo del arqueólogo estadounidense Luke Dalla.
“Hay evidencias de huecos en la tierra, que servían como bodega; y también de entierros primarios, de urnas para una y dos personas”. En este lugar, los visitantes pueden “alquilar” por horas o un día un espacio dentro de la excavación para colaborar en la búsqueda de piezas arqueológicas. Cada visitante recibe instrucciones del arqueólogo y la guía de un jefe de Campo.
Agua Blanca también ofrece un espacio para el relax, con una laguna de agua sulfurada de 60 metros de diámetro. El fino lodo del fondo se utiliza para realizar masajes, en un área adecuada a pocos metros.