Afros de Esmeraldas cultivan y usan plantas medicinales

Paulina Nieves cultiva sus plantas medicinales en una canoera afuera de su vivienda.

Paulina Nieves cultiva sus plantas medicinales en una canoera afuera de su vivienda.

Paulina Nieves cultiva sus plantas medicinales en una canoera afuera de su vivienda. Foto: Marcel Bonilla/EL COMERCIO 

Una canoa vieja sirve de parcela para sembrar paico, espíritu santo, ruda, discancel y chivo, plantas utilizadas para curar el mal ojo, espanto, mal aire y dolores abdominales, en Esmeraldas.

Esas especies se observan en los patios de algunas casas de las comunidades afros del norte de la ‘Provincia Verde’. Sus moradores dicen que es su farmacia natural, porque de allí extraen las plantas para curar todo tipo de dolores.

Paulina Nieves de la comunidad de Viruela en la parroquia Telembí, en el norte de la provincia de Esmeraldas, desde hace 30 años siembra estas hierbas para curar lo que ella denomina el mal de ojo y para desparasitar.

Alrededor de su casa tiene sembradas plantas de gallinazo, chivo, flor amarilla y discancel. Con sus hojas y flores hace una mezcla que introduce en una botella para que se fermente con la humedad.

Cuando se sospecha que alguien en la comunidad tiene mal aire o mal de ojo, por síntomas como decaimiento y vómito, entonces Paulina Nieves prepara sus hierbas con un poco de aguardiente.

La mujer de suaves manos rocía el preparado sobre el cuerpo de la persona que padece la dolencia, desde la cabeza hasta sus pies. Con ramas de plantas de gallinazo y chivo, le da leves golpes para terminar el proceso de curación.

El antropólogo Adison Güisamano explica que esta forma de curar ha sido practicada durante varios años en las comunidades negras de Esmeraldas, donde aún se cultivan estas plantas para fomentar su uso en las demás personas de la comunidad.

Según Güisamano, los afroesmeraldeños asocian al mal aire con la energía que se queda o el espíritu de alguna persona que ya falleció. Por ello, para la curación acuden a las plantas y oraciones. Algo similar ocurre con el espanto, que se cree que le da a alguien cuando tiene mucha sed, presenta fiebre alta y hasta cuando las personas dejan de comer.

En poblaciones como Timbiré se han realizado hasta exhibiciones sobre este tipo de saberes ancestrales para difundir las bondades de la medicina tradicional del pueblo negro, que utiliza hierbas hasta para sanar sus heridas.

La organización alemana GYZ también promueve el conocimiento de la medicina local y el rescate de los saberes, con la guía del antropólogo Juan García, en las comunidades de Chipero, Majua, San Miguel y Viruela.

Lavín Oviedo, quien participó en el proyecto de la GYZ, explica que 30 mujeres de comunidades negras del cantón Eloy Alfaro mostraron cómo se utilizan las plantas para curar y aliviar dolencias.

Ellas fueron capacitadas en cómo mejorar la producción de sus plantas en las canoeras, que son una especie de parcela construida con caña guadúa.

Ceferina Ayoví reside desde hace 30 años en Esmeraldas, pero trajo desde Urbina, en San Lorenzo, la tradición de sembrar paico, ruda y chirarán, el frente de su casa.

“A mis hijas después del parto les preparo un agua con hojas de paico, ruda, chirarán, alta misa y la endulzo con pequeños trozos de panela”, explica la mujer de 50 años.

Para desparasitar a sus nietos, Ayoví muele hojas de paico en una piedra grande, extrae el zumo con sus manos, y luego lo comparte con los pequeños. Ella asegura que esa era la forma como purgaban en Urbina, una tierra dedicada al cultivo de plátano.

Aunque no todos los afroesmeraldeños cultivan plantas medicinales para su consumo, hay quienes así las compran en la antigua barraca, en Esmeraldas. Con lo que encuentran allí y su habilidad preparan sus remedios naturales.

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