Luciendo la capa y el birrete, con el diploma en las manos y sonriendo a la cámara, los nuevos bachilleres registran su último momento en el colegio. Sus padres no se pierden ni una foto de la ceremonia de incorporación.
La escena se repite en los colegios de régimen Sierra, que celebran la graduación de sus alumnos. El viernes pasado, 79 estudiantes del Colegio Pérez Pallares, en el sur de Quito, llegaron con sus mejores galas: zapatos de taco, maquillaje y peinados.
fakeFCKRemoveLa misa se inició a las 15:00 y luego de una hora y media empezó la incorporación de las alumnas. Los padres y amigos ya estaban instalados en el auditorio, pero las chicas aguardaban afuera en una larga fila.
Andrea Álvarez, de 17 años, ya no sentía nervios. Se esfumaron, dijo, cuando supo que aprobó los exámenes de grado. “Ahora tengo dos emociones: tristeza, porque dejo todos los recuerdos del colegio atrás; y alegría, porque culmino otra etapa de mi vida”.
Junto con sus amigas de la especialización Sociales, la joven recordó los viajes de misiones junto a las religiosas del colegio. La fase de secundaria se acabó, pero Álvarez y su curso reforzarán “los lazos de amistad con un paseo a la playa, si Dios quiere”.
Los abrazos y los llantos de despedida ya los vivieron las últimas semanas. El viernes, en cambio, el ambiente era de optimismo, al igual que en la graduación del Colegio Paulo Freire.
Un grupo de 13 estudiantes llegó al paraninfo de la Universidad Andina. Sus padres los fotografiaban en la puerta de entrada y un joven músico, ex alumno, estaba listo para dedicarles una melodía con su violín.
Gabriela Castellanos, de 17años, estudió ahí desde que tenía 5. Los últimos exámenes, dijo, no fueron tan difíciles como parecían. Su compañera Cristina Cilio también es antigua en el colegio. “Les voy a extrañar mucho a mis amigos y todo lo que hemos pasado”. Ya graduada, su nueva meta es aprender música, y seguir los pasos de su familia, y de su hermano Fernando, quien le acompañó en la graduación.
En todas las ceremonias, los nombres de cada alumno se escuchaban en los auditorios. Uno a uno, los estudiantes pasaron al frente para que les coloquen el birrete. Una ceremonia similar fue la que tuvieron unas 666 chicas del Colegio 24 de Mayo, el lunes y martes pasados.
Cuando sonaban sus nombres, los aplausos de los padres se escuchaban en el auditorio.
Pero llegar hasta ahí no fue tan fácil, comentó Jenny Navarro, estudiante de Contabilidad. Reteniendo el llanto con una sonrisa, la joven admitió que los exámenes fueron complicados. “Pensé que no iba a pasar. Estudié día y noche sin descansar. Pero los sacrificios valen la pena”, admitió con la voz quebrada.
Afuera del 24 de Mayo, los fotógrafos aprovecharon para ofrecer imágenes con el fondo de la bandera del Ecuador. Ibeth Osorio se tomó una foto con su enamorado Andrés Carrera.
Los graduados son parte del universo de 1 641 574 alumnos que empezaron el año lectivo 2009-2010 en centros públicos y particulares del régimen Sierra.