Un grupo de expertos estadounidenses fabrica la prótesis mecánica y mioeléctrica. Foto: Alfredo Lagla / EL COMERCIO
Levantar los brazos, mover las manos y tomar objetos son los ejercicios que practican Bryan Torres, de 17 años, y Nelly Bravo, de 35. Ambos accedieron a prótesis tras perder sus extremidades superiores y en agosto comienzan tratamientos para aprender a moverlas.
El proceso de adaptación y de rehabilitación de los implementos dura entre uno y tres meses. En ese periodo, ellos aprenden a desarrollar habilidades que van desde alzar sus brazos hasta comer solos.
“Incluso hay personas que insertan un hilo en una aguja”, explicó María Eugenia Paredes, directora de la Fundación Hermano Miguel, que entrega gratuitamente los aparatos.
Luego de 15 meses, Bravo consiguió una prótesis mecánica, que reemplaza su brazo izquierdo. Lo perdió tras el terremoto de abril pasado cuando la iglesia, en donde estaba junto a sus hijas, se derrumbó.
Durante estos meses -reconoce la mujer oriunda de La Concordia- la situación ha sido complicada porque no ha logrado obtener un trabajo fijo. Antes, pintaba casas. La falta de su extremidad le impidió hallar un trabajo. “Anhelo retomar mis actividades con la prótesis”.
Una mecánica alcanza los USD 3 500. Al momento, esta madre de tres hijas ya manipula objetos y los traslada de un lugar a otro. Se adapta de a poco a realizar sus actividades cotidianas: cocinar, cambiarse de ropa, ponerse zapatos, etc.
Bravo es parte de un grupo de 16 personas que perdieron sus miembros superiores o inferiores tras los movimientos telúricos registrados en Manabí y Esmeraldas. En unos casos se trató de dos brazos o piernas, en otros solo uno. En total, la organización colaboró con 28 equipos mecánicos.
También se entregaron a jóvenes y adultos que perdieron sus extremidades por accidentes relacionados a descargas eléctricas, explicó Paredes.
En este último grupo está Torres, un joven deportista que perdió sus brazos en un accidente. En su casa, ubicada en el norte de Quito, él sonríe cuando mira sus extremidades de metal y plástico sobre la mesa.
En el brazo derecho perdido le colocaron una prótesis mecánica. En el izquierdo una híbrida (mioeléctrica y mecánica). La última funciona con órdenes del cerebro. Torres se imagina los movimientos de su brazo y este se mueve (ver infografía con datos).
Para usarlo, él fue sometido el año pasado a una intervención quirúrgica denominada reinervación dirigida al músculo. Consiste en conectar los nervios del brazo a los del pecho con el objetivo de que se activen los electrodos y así generar los movimientos. El costo de esta cirugía realizada en el Hospital Metropolitano llega a los USD 17 000.
Para el joven atleta no hubo costo por la ayuda de la fundación ecuatoriana y de Range of the Motion Project (Estados Unidos).
En su caso también reunieron fondos para fabricar los dos brazos, que costaron USD 50 000.
La prótesis fue ensamblada por técnicos estadounidenses con la colaboración de expertos ecuatorianos, según David Krupa, director ejecutivo de ROMP Ecuador. “La idea es aprender y aprovechar de la prótesis para una mejor vida”.
El siguiente paso es la rehabilitación, que comenzó ayer, 1 de agosto del 2017, con médicos ocupacionales de la organización.
Ellos le enseñan el uso correcto y la potencialidad de las prótesis. El objetivo es que el chico recupere la independencia, maniobre con objetos y haga actividades diarias como bañarse o acudir al baño solo.
Para cumplir esta meta, los expertos y médicos le entregaron insumos (un tubo con jabón y un dispensador para el champú) para que Torres se bañe en su casa. La rehabilitación durará tres meses.
La fundación estará en octubre en Pedernales para ayudar a otras personas.