La bisnieta acudió al matrimonio con un vestido de dama. Antonela tiene 3 años y se puso muy contenta el traje blanco con flores para acompañar a su bisabuela Dina Pozo en su boda el 14 de febrero. Al Registro Civil del Quicentro Sur acudieron 25 parejas para legalizar su compromiso en nombre del amor.
Carlos Arcentales y Dina, uno de los novios, se conocieron en un curso de gimnasia del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social hace siete años. Ambos son jubilados. Dicen que decidieron contraer nupcias para afianzar su relación, para que si “la vida los lleva, los lleve juntos”.
Era casi el mediodía, el delegado del Registro Civil, Vicente Samaniego registraba los matrimonios cada 20 minutos. En cada uno les daba tiempo a los enamorados para hacer los votos frente a los amigos, familiares y testigos de la unión.
En la sala adornada con globos blancos y rojos había un espacio especial para la celebración de las bodas. En medio de las cintas rojas que separaban las sillas estaban también Enma Jacho y Eduardo Meneses, dos personas con discapacidad que se conocieron en el Trolebús hace un año y decidieron casarse.
Para ellos, el 14 de febrero es simbólico. Por eso fueron desde el lunes pasado al Registro Civil para coger turno y poder celebrar su unión en la mañana del viernes.
Uno de sus familiares le llevó a Enma un pequeño ramo de rosas para que acompañe su recorrido en el registro de su cédula y sus datos personales en las ventanillas de atención, para después pasar a la sala.
Las personas en el Registro Civil tomaban fotos. Los novios y los invitados de los matrimonios lucían sus mejores galas. En el fondo del salón, delante de un enorme corazón de globos posaban después de casarse para las cámaras y para recibir unos chocolates de cortesía.
Dina y su familia iban a su casa, en la Ciudadela Ibarra (sur de Quito), para festejar. Estaba previsto que hagan una reunión con los más allegados antes de iniciar su luna de miel. Ella sonríe, no sabe si irán de viaje pero cree saber con certeza que aunque tiene 64 años y dos hijos Carlos, de 67, es el amor de su vida.
No todo fue tan color de rosa. Sí hubo unos pequeños inconvenientes. En la boda de Dayana Calvopiña y Darío Tito, por ejemplo, hubo un testigo sin cédula. Aunque eso no les robó la sonrisa a los futuros esposos. La boda de Daniel Ormaza e Isaura Aguilar fue sencilla y sin invitados. Ambos quisieron casarse en secreto.
Pero también hubo sorpresas. El toque romántico lo dio Emmanuel Troya cuando antes de que el juez diga que puede besar a la novia, sacó un anillo del bolsillo y se lo colocó como muestra de su amor. Así culminó un día de promesas entre las parejas que juraron amarse para toda la vida.