La refrigeradora de Ivonne Cárdenas luce repleta. Hay carnes, lácteos, salsas, jugos y aderezos… Sabe con precisión cuántos alimentos necesita cada mes, para su esposo y sus dos hijos de 26 y 24 años.
Eso le permite no desperdiciar los alimentos. Cada 15 días acude el supermercado donde gasta entre USD 90 y USD 100.
La mayoría son de primera necesidad como carnes y lácteos. Estos productos son divididos en porciones diarias, mientras que el restante lo guarda en el congelador. De esta forma mantiene en buen estado la carne que no va a ser consumida de forma inmediata. Otros alimentos como el arroz, fideo, papas, azúcar, condimentos y leche son adquiridos mensualmente, mientras que los vegetales, las legumbres y las frutas los compran cada ocho días.
Conocer la frecuencia con que tiene que comprar cada producto es otra forma de evitar que se desperdicie, dice esta ama de casa. A pesar de las precauciones y la planificación, el desperdicio es inevitable, agrega. Pasa más con el culantro, el perejil y los pimientos porque se dañan en pocos días.
Algo similar sucede con el pan, el cual no alcanza a ser consumido porque a veces salen en la mañana sin desayunar y al final de la semana siguen en la funda rodajas de pan que están en malas condiciones.
Según un estudio publicado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad de España, el motivo más común (86,4%) por el que la gente desperdicia los alimentos es porque le sobra la comida.
La segunda causa es el desconocimiento para el adecuado almacenamiento de los alimentos. Y luego el olvidarse de que se tiene un producto, antes de que este caduque.
Cárdenas utiliza frecuentemente envases de plástico para mantener los alimentos, al igual que Adriana Herrera, otra ama de casa. Ahí guarda los sánduches que lleva al trabajo o a los paseos. Las frutas, en cambio, las coloca en el refrigerador cuando ya están muy maduras para evitar que se dañen.
En el caso de las mermeladas o el queso suelen dañarse con frecuencia ya sea porque no les gustó o porque caducó su fecha de consumo.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en América Latina hay 47 millones de personas que padecen hambre y se desperdicia el 15% de los alimentos producidos anualmente, lo que significa unas 80 millones de toneladas. De ahí que el organismo promueve un uso prudente de los alimentos.
Las empresas han dado pasos para lograrlo. Especialmente las que manejan grandes cantidades de comida como los hoteles y los restaurantes. Ese es el caso del Best Western Plaza Hotel, ubicado en el norte de Quito.
Su gerente, César Ron, explica que se trata de aprovechar cada porción de comida. En el caso del lomo fino, por ejemplo, la cabeza la utilizan para hacer un gulash (plato elaborado con carne porcina), mientras que el resto se usa para dar de comer al personal del hotel y a los clientes. Lo que no puede ser procesado lo entregan a un gestor ambiental, que se encarga de separar la comida, la cual es destinada como alimento para los animales.
Ron señala que en la bodega tienen un ‘stock’ de máximos y mínimos, según su histórico de compras. Si hay un sobrante de un producto cárnico lo que se hace es disminuir el pedido del próximo mes. Y si está próximo a caducar se obsequia para su consumo inmediato.