Comer hallacas; beber cola de mono; jugar al angelito; cantar, rezar o recibir aguinaldos; abrir los regalos del Viejito Pascuero...
Si disfrutas de decir palabrotas y no puedes evitar que se te salgan de vez en cuando, seguro has escuchado un montón de reproches por parte de tu mamá, tu abuela y hasta de tus tías. Históricamente se ha asociado al uso de groserías con una 'flojera en el lenguaje' y lógicamente, con un bajo nivel de respeto.
Lo que se vio la semana pasada en la Asamblea Nacional fue un teatro de lo absurdo, de lo ridículo, especialmente por el uso indiscriminado de vulgarismos, un término que, para entenderlo mejor, es todo lo contrario de lo que debería ser el lenguaje culto.
Los raperos estadounidenses Eminem y Jay-Z utilizan el vocabulario más rico cuando escriben sus canciones, muy por delante de Bob Dylan o los Beatles, según un estudio realizado por el sitio especializado MusixMatch, basado en Bolonia (Italia).
Nicolás Maduro volvió a lucirse con su peculiar vocabulario. En su discurso de anoche resonaron palabras como "Dios proveerá", el "autosuicidio", los "encuestólogos" y hasta un "tetacampeón", entre otras perlas gramaticales.