Me decía un amigo, que la vuelta de la hoja del calendario supondría el inicio de los cambios; que nada volvería ya a ser igual. Que se iniciaba un período de reformulación del futuro en el que, como mucho, no podremos aspirar sino a catalizarlo, para asistir a un proceso que debe todavía ordenar los retos pendientes y enfrentar a continuación las nuevas agendas.
Hace unas semanas, la Asociación de Periodistas Europeos organizaba en Toledo su prestigioso seminario sobre Seguridad y Defensa, en esta ocasión sobre el nuevo (des)orden mundial, ante la imprevisibilidad de la nueva política exterior EE.UU. y la eventualidad de alteraciones en el equilibrio de poderes. Trump criticó a Europa por basar la protección de sus intereses en EE.UU., sin asumir el correspondiente esfuerzo financiero, lo que ponía sobre la mesa el papel de Europa en ese contexto, sobre la base de una capacidad militar que debe estructurarse para traducirse en poder.
Todo apunta a que el ciclo de la socialdemocracia en Europa se está agotando. Mucho tiempo en el poder, falta de propuestas, desnaturalización de programas por la incorporación de postulados de los socios de gobierno, y necesidad de reforzar discurso y dirigentes son algunas de las principales causas de esa suerte de hastío del electorado. Pero tan importante como eso es que el deslizamiento se produce, más allá del centro, hacia la derecha y, en algunos casos, como el reciente de Austria, hacia la derecha más radical.
El mito de la vuelta forma parte de varias culturas y civilizaciones. La idea de que hay que continuar con lo inacabado, y de que hay que hacerlo de la mano de quien lo haya iniciado integra la percepción humana de buscar referencias ante la aparente incapacidad de arbitrar soluciones, o porque las cosas no salen como uno quiere. Me ha llamado profundamente la atención tres visiones de esa búsqueda de referencias: el cristianismo, el sebastianismo portugués y los mexicas.
El día de Santiago, la Casa de América cumplió 25 años de servicio a una comunidad iberoamericana que se construye con cultura. El 25 de julio de 1992 fue inaugurada por los Jefes de Estado y de Gobierno que asistían a la II Cumbre Iberoamericana, entre los que se encontraban Salinas de Gortari, Menem, César Gaviria, Collor de Melo, Fidel Castro, Paz Zamora, Balaguer, Aylwin y Rodrigo Borja, y se conformó con un Alto Patronato, presidido por SM el Rey, del que forman parte algunas empresas e instituciones y un Consejo Rector que integran el Ayuntamiento de la capital, la Comunidad de Madrid, y el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación. Está instalada en el Palacio de Linares, en la plaza de Cibeles.
Compartiendo pasiones históricas con un recordado Embajador de Brasil, fui a pasar unos días a Lisboa, la luminosa adelantada del Atlántico. La idea era hacer dos escalas precisas: el Palacio Nacional de Queluz —por la gran presencia que ha tenido en la historia brasileña—, y el Panteón Nacional —por la discriminación que hace sobre algunas figuras de la historia portuguesa, y más concretamente, sobre la de Magallanes—.
Columnista invitado
La tradición dice que, tras predicar por la península Ibérica, el apóstol Santiago volvió a Jerusalén, en donde fue decapitado por Herodes Agripa I.
La decisión británica de poner en marcha su proceso de desconexión con la Unión Europea dio lugar —independientemente de la voluntad del resto de los socios de mantenerse en ella—a una serie de incertidumbres, especialmente en términos políticos, por el efecto que pudiera tener en la Unión.
Los británicos, efectivamente, han tomado en cuenta el resultado del referéndum y, tras haber recibido el oportuno endoso de su sistema parlamentario, su Primera Ministra firmaba la carta que, de acuerdo a lo establecido en el art. 50 del Tratado de Lisboa, activaba el proceso de abandono del más -hasta ahora- atractivo de los clubs mundiales, el de la Unión Europea. Tras superar las reticencias del General de Gaulle para entrar en el club, y después de 44 años de presencia y participación activa, el Embajador británico ante la UE hacía entrega oficial al Presidente del Consejo Europeo de la tal carta, en un acto frío y lleno de distancias. Eso es lo que, tradicionalmente ha habido entre los dos lados del canal de la Mancha, frío, niebla y distancias.
El Municipio de Quito entregó la mención Marieta Veintimilla a Víctor Fagilde González, por su labor frente a la Embajada de España en Ecuador. El acto se realizó hoy, martes 7 de marzo de 2017, en el Salón de Actos Protocolarios del Cabildo.
El embajador español en Quito reconoce que lleva más tiempo de lo regular al mando de la sede diplomática. Ya son cinco años.
Las escuelas taller nacieron en España en 1985, como instrumento de formación para el empleo de jóvenes entre 16 y 25 años, y como mecanismo para la recuperación de edificios patrimoniales. Se trataba de una formación práctica en un 80%, que se basaba en la tecnología de “aprender haciendo”. Se convirtieron en una ‘marca’ de calidad de la Cooperación Española, y han intervenido en 266 proyectos, en 67 ciudades de 24 países. Siempre han estado vinculadas a la recuperación del Patrimonio Histórico, aunque en los últimos años han incursionado en otras áreas, como el turismo, la cocina o la jardinería. En Ecuador ha habido tres.
Hoy, los españoles celebramos lo más significativo de nuestra historia, el encuentro con América, y lo hacemos desde una visión moderna y propositiva de país, buscando mejorar nuestro modo de entendernos como sociedad, proyectándonos en el futuro y armando un modelo de convivencia que se basa en el trabajo, en el esfuerzo y en la solidaridad.
El pasado 16 de abril, la fuerza de la naturaleza se desataba sobre la costa ecuatoriana, con un terremoto sobrecogedor que asoló Manabí y una parte de Esmeraldas, dejando sentir sus devastadores efectos a lo largo de toda la franja costera.
El pasado 14 de abril, en la Embajada de España, hice entrega al ministro de Medio Ambiente, Daniel Ortega, del libro “Galápagos. 20 años de cooperación española en las Islas Encantadas”, que recoge la calidad y cantidad de un trabajo orientado al desarrollo económico y social sostenible de las Galápagos, contribuyendo a conciliar la necesidad de preservación del hábitat natural con la presencia de la población humana.
Mañana, recordará España los 523 años del hecho más relevante de su historia, la llegada a América. Desde entonces, a ambos lados del Atlántico, se han desencadenado procesos y propuestas llenos de luces y sombras, de tientos y de acentos, pero siempre con una profunda intensidad que hoy se traduce en el espacio que América ocupa en la Estrategia Española de Acción Exterior. A lo largo del último año se ha puesto de manifiesto que la relación con Iberoamérica es fundamental para España, trascendiendo en muchos casos el ámbito de la política exterior.
Embajador de España en Ecuador El Programa de Patrimonio para el Desarrollo de la Cooperación Española tiene como objetivo el desarrollo humano y social, la mejora de las condiciones de vida y la creación de riqueza, a través de la puesta en valor y gestión sostenible del Patrimonio Cultural, estableciendo las condiciones que permitan que se beneficie en especial la población de menos recursos y favoreciendo el desarrollo de las capacidades culturales, la preservación de las identidades y la diversidad cultural.
Hace ya más de 25 años que la Cooperación Española (CE) llegó al país, en el que ha desarrollado un esfuerzo continuado por entender, proyectar y desarrollar acciones -de la mano de los organismos competentes ecuatorianos-. Durante ese cuarto de siglo, España ha colaborado con instituciones ecuatorianas, públicas y privadas, en proyectos de diversa índole, que van desde los esfuerzos productivos en la Sierra, hasta el apoyo a la conservación del medioambiente en Galápagos. Durante todo este período la CE ha mantenido una constante contribución a la conservación del patrimonio cultural e histórico de las bellísimas ciudades de Quito y Cuenca.