¿Trabajos académicos?

En un proceso inverso de conquista, habiendo sido España 'tomada' por América, gracias a la inmensidad de nuestros escritores y a la nobleza de que las antiguas colonias dotaron al español, urgía el trabajo idiomático unitario, que la genial intuición de Víctor García de la Concha, nombrado director de la Real Academia Española y presidente de la Asociación de Academias en 1998, hizo posible, y que continúa, desde la dirección de don José Manuel Blecua.

Así se concretó la antigua urgencia de unidad de trabajo y cooperación entre países y academias hispanoamericanas: se aprovecharon los ya avanzados bancos de datos informáticos, Corpus diacrónico del español [CORDE] y Corpus de referencia del español actual, [CREA] para volver realidad, gracias a la capacidad organizativa y la tenacidad sin igual del citado director García de la Concha, una tarea panhispánica que, desde entonces, no conoce tregua.

Imposible detenernos en cada uno de estos trabajos, en los cuales he participado a partir del año 2000, en mi calidad de coordinadora lingüística de la Academia Ecuatoriana: el 'Diccionario panhispánico de dudas', primera obra panhispánica; la 'Nueva gramática de la lengua española', cuyo ponente fue don Ignacio Bosque, brillante académico español; obra gigante, vio la luz el 2009; el enorme 'Diccionario de americanismos', primero en su género, y la enciclopédica 'Ortografía de la lengua española' realizados desde la RAE y la Asociación de Academias. Entre esta eclosión de obras fundamentales, amén de las periódicas ediciones del 'Diccionario de la lengua española' accesible hoy en la red, se realizaron ediciones conmemorativas de obras de gran significación en nuestras letras: 'Don Quijote de la Mancha', 'Cien años de soledad', 'La región más transparente'; la 'Antología general de Neruda', y 'Gabriela Mistral en verso y prosa', dotadas de estudios previos y conclusivos escritos por críticos y académicos de reconocida valía.

La realización panhispánica de los enormes trabajos citados nos distancian de aquella inexperta opinión según la cual las academias existían para que, en ellas, endiosados académicos y más recientemente, narcisistas académicas, entre mutuas alabanzas y reconocimientos, insistieran en la guarda de una anacrónica pureza de la lengua, y en mirarse y darse esplendor a sí mismos.

En tal ámbito de cooperadora laboriosidad, la Academia Ecuatoriana sueña hoy en realizar, con la colaboración del Ministerio de Cultura, su 'Diccionario académico de ecuatorianismos' que aprovechará el vastísimo aporte individual de estudiosos ecuatorianos, entre los cuales destacan los de Humberto Toscano y Carlos Joaquín Córdova. Queremos de corazón, llamar a nuestro afán, 'panecuatoriano'. Para lograrlo, comencemos por entrar a www.academiaec.org donde cabemos todos.

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