Como una cajita con un tesoro dentro, los toctes guardan a la nuez de los Andes. Hace algunos años, niños y adultos invertían horas abriendo toctes con piedras y martillos. Ahora, el árbol en el que nacen estos frutos ha desaparecido de los paisajes urbanos, pues la madera del nogal es una de las más apetecidas para la ebanistería.